La ministra de Defensa inicia los trámites para la destrucción de las bombas de racimo existentes en España

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La ministra de Defensa, Carme Chacón, ha anunciado el inicio de los trámites para la destrucción de las bombas de racimo existentes en España adelantándose así a los plazos formales previstos en el Tratado contra las bombas de racimo aprobado el pasado 30 de mayo en la Conferencia Diplomática de Dublín.


Durante una visita a la Academia de Ingenieros del Ejército de tierra en Hoyo de Manzanares (Madrid), donde se encuentra el Centro Internacional de Desminado, Chacón ha afirmado que "España va a situarse a la cabeza de los países que han acordado la erradicación de las bombas de racimo y va a proceder a destruir las municiones de este tipo en el plazo más breve posible".

Así, ha explicado que antes de que acabe el mes de julio va a elevar al Consejo de Ministros una propuesta que establezca una moratoria unilateral sobre el empleo el desarrollo, la producción, la adquisición, el almacenamiento, la conservación o la transferencia de estas municiones, así como para comprometerse en el cumplimiento de las previsiones de la Conferencia de Dublín referidas a la cooperación y asistencia internacionales.

La ministra, tras definir las bombas de racimo como una "pena de muerte sin sentencia", ha aclarado que España "nunca ha utilizado" este tipo de municiones y ha asegurado que se van a destruir en menos de dos años todas las que hay en los arsenales militares, que ha cifrado en unas 5.000.

La titular de Defensa ha recordado además que las Fuerzas Armadas, desde que hace 20 años iniciaron las misiones internacionales, han desactivado más de 100.000 artefactos en países como Líbano, Afganistán, Bosnia-Herzegovina o la antigua Yugoslavia.


Diferentes fases para la destrucción

Tras coger en su manos una bomba racimo, Chacón ha recordado lo "trágico" que puede resultar para un niño o cualquier otra persona dar una patada a un artefacto de este tipo como si fuera un "bote" y ha agradecido su trabajo a los ingenieros que se dedican a desactivarlas y destruirlas.

Durante su visita, acompañada por el secretario de Estado de Defensa, Constantino Méndez, Chacón ha asistido a una demostración de la destrucción de una bomba racimo y la desactivación de artefactos improvisados y otras municiones convencionales.

Defensa tiene previsto efectuar en distintas fases el proceso de control en el transporte, recepción y destrucción de bombas de racimo. En el transporte, la responsabilidad será de la empresa contratista, que deberá hacerlo de acuerdo con la normativa vigente de transporte de mercancías peligrosas.

Tras la verificación de entrada por personal de intervención de armas de la Guardia Civil, se expide un certificado de recepción y se registra en la fábrica, donde se acomete el proceso de destrucción.

Esta fase de destrucción es compleja, distinta para cada tipo de bomba, e incluye entre otros pasos la neutralización del artefacto, la extracción de bombetas o submuniciones, la retirada de las espoletas, la descarga de la sustancia explosiva y la eliminación del iniciador.


Un paso histórico

Todo el material sobrante se separa en contenedores específicos para su tratamiento individualizado para posteriormente reciclarlo o almacenarlo en un lugar adecuado.

Por su parte, la organización ecologista Greenpeace "considera este anuncio un paso histórico y felicita al Gobierno español por la decisión de destruir en menos de dos años su arsenal", según ha explicado en un comunicado.

"Hoy es un día muy importante para los que trabajamos por la paz. Las bombas de racimo llevan más de 30 años causando daños inaceptables en todos los conflictos que se han usado, desde Laos a Líbano. Hieren, mutilan y matan a hombres mujeres y niños durante los bombardeos y después de que las guerras hayan terminado", ha asegurado Juan López de Uralde, director de Greenpeace.

Uralde ha añadido: "Por ello, es muy positivo que el Gobierno español haya decidido destruir sus arsenales. Ya sólo queda que confirme su compromiso con la paz formando parte de los primeros 30 países que ratifiquen en diciembre el convenio en Oslo".


EL MUNDO, 8 de julio de 2008