Proyecto «ZABALTZEN»: La plantilla del centro de menores urge uno nuevo a la Diputación ante su «pésimo estado»

«Por fin, hemos dicho basta». Los educadores y monitores que cuidan a los chavales que cruzan el Estrecho en patera y se refugian en el centro de menores ubicado en la tercera planta del edificio de la Cruz Roja han roto su «largo» silencio para denunciar las «pésimas» condiciones de higiene y salubridad del servicio. Y lo han hecho, en un gesto sin precedentes, con un sonoro tirón de orejas a la Diputación por «no haber dado respuesta» a esta situación «insostenible» que trasladaron «por escrito en julio» a la nueva responsable foral de Asuntos Sociales, la peneuvista Covadonga Solaguren. Entonces y ahora le exigen un nuevo hogar. «Es nuestra obligación ética y moral dar este paso», subrayaron.

Los trabajadores ofrecieron ayer una pormenorizada y cruda descripción del centro Zabaltzen, abierto de forma provisional por la Administración foral en 2003. Hablan de unas oficinas convertidas en dormitorios con doce camas, donde hoy conviven como pueden 27. Nueve de ellos duermen en el suelo, «en contra de lo dicho en los medios de comunicación por la diputada».

El grupo se tiene que apañar con una «única ducha, tres lavabos y tres váteres, dos de ellos dentro de las habitaciones, sin ventilación». Se calientan con estufas eléctricas «de manera insuficiente» y en verano llegan a soportar 40 grados, «medidos con termómetro». Apenas tienen dónde sentarse en la sala de televisión, porque hace las veces de dormitorio, siempre según la versión de los trabajadores. Ahora cuenta con una mesa y varias sillas de plástico, «el único espacio lúdico y de estudio del centro». La cocina no es mejor. Da de sí para doce menús. Los nueve chavales restantes almuerzan en el comedor social de Desamparados.

Lo resumía ayer para EL CORREO de una manera muy gráfica el portavoz de los educadores, Diego de Cristóbal Sáez de Jáuregui: «Somos los olvidados de Bienestar Social. Estos chavales, de puertas para afuera, no importan nada».


Dos pisos nuevos

La respuesta de la Diputación llegó apenas unos minutos después de que el colectivo hiciera pública su denuncia. «Estamos involucrados desde un primer momento en dar soluciones a la saturación», defendió Solaguren. Recordó que en diciembre se abrió un piso dirigido a estos jóvenes y que en breve se inaugurará otro, con lo que se aliviará la situación de los locales de la Cruz Roja. Dos actuaciones «puntuales» y de «urgencia», en palabras de la responsable foral, que se completarán con la puesta en marcha del futuro centro de acogida de inmigrantes en Vitoria tutelado por los Salesianos, para el que no dio fecha. Según la titular foral, estas iniciativas fueron trasladadas ayer mismo a los educadores en una reunión «convocada desde la semana pasada a instancias del propio departamento».

Con la puesta en marcha de este equipamiento, el Gabinete Agirre cumplirá un mandato de las Juntas Generales, que hace un año obligaron al Ejecutivo foral -entonces en manos del PP- a reservar una partida en los presupuestos para construir el complejo. Pese a que Rabanera quería dar asistencia a estos chicos en un hogar ubicado en la zona rural, la oposición en bloque -PNV, PSE, EA y EB- insistieron en que se debía levantar en Vitoria.


LAS DENUNCIAS

Carácter «provisional»: se abrió en el año 2003 con carácter provisional para acoger a menores extranjeros no acompañados -sin familia que se haga cargo de ellos- y ya han transcurrido cuatro años y medio desde entonces.

Ubicación: el centro Zabaltzen se encuentra en un edificio de oficinas, situado en la tercera planta del local de Cruz Roja, en la calle Portal de Castilla. Al no tratarse de una vivienda, los tabiques de separación entre los diferentes espacios son «finas planchas de pladur». El local «no reúne las condiciones» de una vivienda y menos aún de un centro de protección.

Saturación: está diseñado para acoger a 12 menores. En la actualidad, viven en él «27 chicos». Sólo tiene 18 literas, por lo que 9 menores duermen todas las noches en el suelo, «en esterillas y cubiertos por mantas».

Servicios higiénicos: el centro cuenta sólo con «una ducha» dentro de una de las habitaciones y con un «pequeño calentador que no aporta agua caliente suficiente ni para la ducha de 12 menores».

Sistema de calefacción: en invierno, utilizan estufas eléctricas para calentar los espacios y, en verano, el centro alcanza «temperaturas superiores a los 40 grados, medidos con termómetro», debido al techo de policarbonato.

Cocina: en ella, sólo caben doce menores. El resto, por lo tanto, come y cena en el centro social de Nuestra Señora de los Desamparados.

Sala de televisión: contaba con varias mesas que tuvieron que sacarse de allí para que los menores pudieran dormir en el suelo. Por ello, la cocina queda abierta después de cenar para que los chicos puedan estudiar o realizar sus tareas escolares.


María Zabaleta
EL CORREO, 6 de febrero de 2008