Los amuletos de Alonso [La Razón]

Poco después de ganar el Gran Premio de Formula 1, a nuestro campeón Fernando Alonso le hicieron una entrevista en profundidad en una cadena de televisión. Le preguntaron por todo: por su carrera, su vida, sus planes de futuro… Y por Dios; también le preguntaron si creía en Dios. «No», fue su respuesta directa y tajante, sin dar ninguna explicación más.

Hace unos días se publicó un reportaje sobre las supersticiones de los pilotos de Fórmula 1. Por lo visto son muchísimas, y nuestro campeón, por muy rápido que vaya en su monoplaza, no escapa a ellas. «Fernando Alonso es de los más maniáticos», asegura el periodista que firma el artículo. «Se calza siempre el botín derecho antes que el izquierdo. Si un Gran Premio le sale bien un año, al año siguiente repite hotel, si puede también habitación e incluso cena lo mismo. Hace cábalas con números: suma los de su habitación, la de su padre y su manager y, según el resultado, sabe si le va a ir bien o mal en la carrera. Si en un Gran Premio saluda a un mecánico y todo va mal, en la siguiente trata de no encontrarse con él. Tiene múltiples amuletos: pulseras, anillos, muñecos... y el domingo antes de la carrera canta junto con su manager en una especie de rito sagrado», concluye el artículo.

Caray con el campeón, que no cree en Dios pero se traga todo lo de los amuletos y supersticiones. Ya lo dijo G. K. Chesterton: «El que deja de creer en Dios acaba creyendo en cualquier cosa». Extrapolando, algo similar ocurre en nuestra sociedad: ha dejado de creer en Dios para seguir a pies juntillas las tonterías que se le pasen por la cabeza a magos, quiromantes, brujas, adivinos y personajes de similar pelaje.

Menos mal que Dios no se cansa de nosotros. Aunque dejes de creer en Él, Él nunca dejará de creer en ti.


Álex Navajas
LA RAZÓN, 3 de septiembre de 2006