Los curas podrán exigir a los padrinos un «acta de catolicidad»

A partir de ahora la Iglesia se fijará bien en quién acompaña a los pequeños a la pila bautismal. El Arzobispado de Santiago quiere que los sacerdotes se cercioren de que los padrinos y madrinas elegidos por los padres sean católicos practicantes.


En el último boletín oficial se incluye una disposición en la que ordena que se pidan certificados a todos los aspirantes. Según destaca, la medida se toma después de que se haya registrado al menos un caso en el que los padrinos no eran fieles porque no estaban bautizados, «sorprendiendo la buena fe del sacerdote».

El Arzobispado se ha propuesto erradicar estas situaciones, que atribuye a la «intensa movilidad» de las personas. Así, dispone que en caso de que el sacerdote no conozca a los propuestos para apadrinar al niño reclame la presentación de los correspondientes certificados de bautismo y confirmación, según sea el caso.

También considera «conveniente» que se reclame a los posibles padrinos un escrito del párroco que les corresponda en el que éste testimonie su “práctica religiosa”.

Al Arzobispado le preocupa que los elegidos sean miembros de la Iglesia, por eso aprovecha para recomendar a los párrocos que tengan actualizados los asientos bautismales, para que recojan la situación de los fieles que abandonaron formalmente el catolicismo. En la disposición se incluye incluso un modelo de la respuesta que deben enviar los sacerdotes en el caso de personas que hayan apostatado: «Consultádo-los datos obrantes neste arquivo parroquial non consta que don... ou dona... perteneza na actualidade á Igrexa Católica».

Fuentes del Arzobispado señalaban ayer a este periódico que la disposición no se debe sólo a los casos detectados de padrinos no bautizados. También pretende acabar con las diferencias que existen actualmente entre las iglesias. Algunos sacerdotes sí reclaman certificados bautismales, y otros no piden ningún papel e incluso permiten a los futuros padrinos saltarse el obligado cursillo previo a la ceremonia. Esta situación generaba malestar entre los sacerdotes. Aunque el decreto repite preceptos que ya estaban explicitados en el Derecho Canónico, se ha promulgado como recordatorio para que las normas se cumplan en todas las parroquias.


Santiago de Compostela
EL CORREO GALLEGO, 16 de diciembre de 2005