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Iglesia y PSOE, ¿qué está pasando? [José Ignacio Calleja, Profesor de Moral Social Cristiana]

Desde hace año y medio, todos los días hay alguna noticia que se refiere al desencuentro de la Iglesia católica con el Gobierno del PSOE o de éste con la Iglesia. Al principio, podía parecer casual. Pero, enseguida, todos hemos advertido que la cosa va para largo. Pero, ¿qué está pasando? Yo veo razones jurídicas, históricas, políticas y éticas para explicar la situación, pero en aras de una mayor simplicidad me voy a adentrar por el camino político y moral.

Entiendo por camino político el que toma en consideración la experiencia probada de que la Iglesia se las apaña mejor con la derecha social que con la izquierda. De hecho, la opinión común da por sentado que «Dios es de derechas de toda la vida», como diría Mingote. Este lugar común de las ideas populares, sin embargo, no debería pasarnos desapercibido a la hora de evaluarnos como Iglesia. No en vano, para quienes nos preocupa la acción evangelizadora y el reconocimiento público de la Iglesia, ha de ser importante no sólo si tenemos derecho a algo, sino cómo somos percibidos al ejercerlo de ese modo y por qué. O en otras palabras, nos importa mucho qué debemos ofrecer a la gente, hablo como Iglesia, pero antes, y también, qué espera la gente de nosotros y por qué.

Pero dejemos este apunte que nos desvía poco a poco de la clave política a qué me refería. La clave política es que la Iglesia tiende a reconocerse, sin mayor cuidado y hasta con descaro, en la derecha política. Así son las cosas. La derecha, lógicamente, no desprecia tal simpatía, sino que la acoge con afecto y le brinda reconocimiento. Una Iglesia espiritual y socialmente conservadora es siempre bienvenida. Otra cosa es cuando se expresa crítica con la acumulación de poder y comprometida con los sectores populares. Aquí las cosas chirrían enseguida. Pero pronto se impone la idea de que eso es contaminación política de la auténtica fe.

Y, desde la izquierda, ¿cómo se ve a la Iglesia? Sin que falten razones históricas, pero también con sus dosis de apriorismo, se ve a la Iglesia como una institución entre anacrónica y perturbadora. Algo así como una reliquia y, a la vez, una amenaza a la modernización de esta sociedad, la española, a su progreso cultural: el que tiene que derivar de su emancipación de las ideas religiosas, en general, y de las católicas en particular. Así creo yo que ven muchos socialistas el catolicismo español.

Pues bien, si en este caldo de cultivo se precipitan hechos como la inesperada victoria del PSOE de marzo de 2004, con el consiguiente fracaso del acuerdo de la Iglesia y el PP en torno a la enseñanza religiosa escolar, más los cambios legislativos que el nuevo Gobierno ha ido impulsando en la regulación de determinados derechos civiles, el frágil equilibrio que se suponía posible tras la experiencia de la época de Felipe González ha saltado por los aires. Y ha saltado porque la Iglesia española, su cúpula, es hoy más conservadora que en los años ochenta y, sin duda, porque el PSOE de hoy es más osado en su concepción laica que en aquellos años y, a la vez, tiene menos cartas que jugar en el terreno social y económico. Es decir, que el PSOE ya no confía en la Iglesia como institución necesaria para la transición democrática, porque ahora se trata de una transición cultural en la que la Iglesia está sin remedio en el otro bando. Además no la teme desde el punto de vista popular. Sabe por las encuestas que cuenta con respaldo de mucha gente para regular ciertos derechos civiles de otro modo, atender en ellos a minorías, y perder el voto sólo de aquéllos que nunca se lo darían porque su simpatía natural está con el PP.

Pero he dicho que seguiríamos también una ruta ética o ideológica, además de la política. A esta ruta la llamo así porque pone en juego formas muy distintas de concebir los problemas culturales de España y su solución. Algo ya he adelantado. La Iglesia católica española está persuadida de que la cultura española y europea es de raíz cristiana. No sólo de esta raíz, desde luego, pero ésta es fundamental, entendiendo por tal una fundamentación 'cristiana' de los ideales y los valores, de la concepción de la vida y el mundo, de la persona, de la familia, del matrimonio, del amor y la sexualidad, de lo justo, de lo bello y de lo valioso, del dolor, de la muerte y, al cabo, de todo lo que más importa en la vida. La Iglesia piensa que esto debe traducirse en unas consecuencias morales y legales para España.

El socialismo español, por el contrario y en general, piensa que el catolicismo representa una tradición religiosa conservadora e históricamente alienante. Muchos de ellos lo piensan de la religión en cuanto tal y casi todos lo creen, así, del catolicismo histórico español. Frente a él, ya lo he dicho, juzgan que es la hora de liberar a esta sociedad del peso cultural del catolicismo. ¿Cómo? Marcándole unos límites o fronteras que la mentalidad moderna da por buenos: Son los que definen al Estado y la Iglesia, o la política y la religión, como dos esferas totalmente independientes y absolutamente autónomas en su tarea. Todos los liberales, en la derecha y en la izquierda, están de acuerdo en esta concepción. Corresponde con la idea de fondo de que fe y razón, o religión y conocimiento, son cosas distintas y todo irá bien si cada una se dedica a lo suyo. Algunos irán más lejos y propondrán que ha llegado la hora de desecar la presencia pública y cultural del catolicismo en todo cuanto dependa de las arcas o del derecho del Estado. Pero la posición mayoritaria y oficial es la anterior: respeto del catolicismo español y de la moral religiosa en su ámbito propio, la conciencia de los fieles y los templos.

Propongo que nos detengamos aquí y que intentemos, próximamente, una valoración sosegada de los hechos. Me gustaría que hubiese quedado clara mi tesis de fondo: la Iglesia católica piensa en unas determinadas consecuencias morales y legales de nuestra cultura cristiana, y el socialismo gobernante considera esa tradición un peso muerto en la modernización del país.


José Ignacio Calleja, Profesor de Moral Social Cristiana
EL DIARIO VASCO, 29 de septiembre de 2005

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