Sentencia reeducadora: Condenados a 18 meses los menores del «caso Jokin»

La sentencia que ha condenado a los ocho menores acusados de acosar y agredir a Jokin Ceberio como autores de un delito contra la integridad moral es el reflejo en derecho del reproche social que ha desencadenado el conocimiento de una realidad cruel y grave de la que, hasta la aparición del cuerpo sin vida del joven hondarribitarra, la sociedad no era plenamente consciente. El relato de los hechos probados resulta tan elocuente como estremecedor al narrar el hostigamiento sistemático y la vejación ritualizada que acabarían siendo un desencadenante del suicidio. La sentencia rechaza la imputación de «instigación al suicidio» en tanto que entiende con razones de peso que no era ése el final que perseguían los acusados. Pero al mismo tiempo demuestra no sólo que los condenados buscaban causar daño a su víctima, sino que además llegaron a tomar conciencia de haber logrado su objetivo. Así, uno de los menores condenados confesó lo que pasaba por su cabeza seis días antes de que Jokin acabara con su vida: «Empiezo a darme cuenta de que Ceberio está muy jodido y durante el recreo se lo comento a mis amigos que tenemos que hacer algo porque si no me parecía que no aguantaría mucho...».

Jokin aguantó mucho en muy poco tiempo. Aguantó aquella terrible e implacable injusticia a la que le sometieron quienes antes eran sus amigos y que vieron cómo hacían trizas su dignidad. Hasta que no pudo más. No pudo encontrar otra salida para zafarse de semejante acoso que precipitarse desde lo alto de la muralla. Los ocho jóvenes, condenados a 18 meses de libertad vigilada y a tres fines de semana de permanencia en un centro educativo tres de ellos, tendrán la obligación de someterse a un programa por el que, en el fondo, la Justicia trata de asegurarse de que acaben sintiéndose responsables de sus crueles actos y de sus consecuencias, asumiendo que así deberán reparar moralmente el daño causado. La disconformidad manifestada por el abogado de la familia de Jokin por el hecho de que la sentencia considera improcedente la aplicación del delito de 'lesiones psicológicas' sin explicitar sus razones halla su cauce de expresión en el correspondiente recurso. Pero, una vez leída la sentencia, su argumentación y la pena impuesta, el mejor indicio de que ha comenzado a surtir efecto sería que los condenados la asumieran.


EDITORIAL
EL DIARIO VASCO, 14 de mayo de 2005