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Acto de solidaridad, técnica de marketing, forma de financiación... La carga simbólica de la imagen de un niño ha convertido el apadrinamiento en una de las mejores vías para sostener económicamente los proyectos de algunas ONG.
A la hora de definir el apadrinamiento de niños, la mayoría de las ONG que utilizan esta figura no ven incompatibilidad entre considerarlo un acto de solidaridad o una técnica de marketing. Pero, sin duda, se trata de una de las formas más eficaces para lograr la financiación de una organización sin que dependa de fondos públicos.
La cuestión crucial que siempre se plantea es: ¿Dónde revierte el dinero de los apadrinamientos? Hoy en día, la mayoría de estas organizaciones trabajan de forma similar: El dinero nunca se destina directamente al niño o su familia, sino a proyectos de desarrollo que existen en su comunidad.
De esta forma, tratan de superar los planteamientos éticos que surgieron con la figura del apadrinamiento, es decir, con la utilización de la figura de un menor para la captación de fondos y el destino de ese dinero.
En realidad, el apadrinamiento surge a partir de una concepción asistencialista de la ayuda humanitaria: un adulto del primer mundo salva a un niño de la miseria del tercer mundo. Prácticamente ninguna organización mantiene ya esta idea pero, a la hora de realizar campañas de apadrinamiento, los mensajes no siempre son claros.
La sección de “Preguntas frecuentes” de la web de la fundación Comparte define el apadrinamiento como “una forma concreta de solidaridad mediante la cual una persona o una familia realiza una pequeña aportación mensual para ayudar al desarrollo y bienestar de una niña o un niño necesitado”. Sólo es a partir de la segunda respuesta cuando especifican que “en ningún caso, el dinero es entregado directamente al niño o a su familia”.
Philippe De Dinechin, director de la fundación Comparte, considera importante, en cambio, que los padrinos conozcan el conjunto del sistema de apadrinamiento. “Nos damos cuenta de que los padrinos tienen expectativas diferentes: los que pagan y no quieren saber nada más, los que desean tener noticias del niño y los que son más conscientes de que se apoya un verdadero programa de desarrollo”.
Para Vanessa, una de las personas de la Fundación Intervida encargadas de la relación con los padrinos, el apadrinamiento en España tiene éxito por la imagen del niño. “Hay gente que apadrina sin saber exactamente en qué consiste, se creen que es simplemente eso, padrino”. Pero la definición que Vanesa proporciona del apadrinamiento tampoco profundiza demasiado: “Es un acto simbólico de desarrollo a largo plazo que contribuye a reducir las causas de la pobreza”.
Ayuda en Acción y World Vision hacen hincapié en los proyectos de desarrollo de la comunidad en la que vive el niño, aunque también dan importancia a la parte afectiva. “Se trata de una forma de contribuir a una buena causa, un proyecto integral de desarrollo, además de la relación personal con una de las personas afectadas, en este caso un niño”, afirma Nadia Peeters, directora de World Vision.
”Una herramienta de marketing... pura y dura”
Carlos Ballesteros, economista y autor de varios libros sobre marketing social, se muestra totalmente en contra del apadrinamiento como herramienta de cooperación. El título del libro que está preparando para su publicación el próximo año ya es bastante elocuente: “Apadrinamientos S.A.”.
“Se trata de un traslado cultural del Norte al Sur”, una definición que choca con la clave que Ballesteros considera fundamental para superar la pobreza, la educación del ciudadano del Norte.
Para Ballesteros, el apadrinamiento juega con los vínculos afectivos sin explicar las razones reales de la pobreza. “Lo considero publicidad engañosa donde se utiliza el niño porque el niño vende (...), y en Navidad se llega a regalar un apadrinamiento, es decir, a convertir al niño en mercancía”.
Pero la principal crítica de Ballesteros es que el apadrinamiento no sensibiliza ni educa. “Se acaba convirtiendo en un apunte en la cuenta corriente del padrino, como el recibo de la luz o del agua”.
Una opinión que contrasta con el empeño de organizaciones como Ayuda en Acción, World Vision o la fundación Comparte para utilizar el apadrinamiento como herramienta de sensibilización, “poniendo en contacto la realidad de pueblos diferentes a través del conocimiento personal de un niño y su entorno”, afirma Marta Raimundo, de Ayuda en Acción.
Lo cierto es que cuando alguien decide hacerse padrino o madrina, la mayoría de estas organizaciones les facilitan una explicación del proyecto de desarrollo de la organización y una foto del niño acompañada de una ficha con sus datos más relevantes: edad, estudios, familia y una descripción de la situación en la que vive.
Xosé Ramil
CANAL SOLIDARIO, 15 de diciembre de 2004
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