El Programa Alimentario Mundial (PAM) ha advertido del grave riesgo de hambruna que podría producirse en Kenia, sobre todo en las zonas afectadas por las sequías prolongadas. Según el PAM, alrededor de 1,4 millones de kenianos no tienen alimentos suficientes para sobrevivir y se encaminan a una crisis humanitaria.
Según los cálculos de esta agencia de la ONU, se necesitarían entre 85.000 y 90.000 toneladas de alimentos durante seis meses a partir del próximo agosto para evitar una nueva catástrofe humanitaria.
Uno de los responsables del PAM en Kenia, Ben Watkins, indicó que ante la gravedad de la situación será necesaria una operación de emergencia en las zonas más afectadas.
«Si nuestras previsiones son correctas, la mayor parte de la comida tendrá que ser importada», indicó Watkins, que reconoció que en estos momentos la situación depende sobre todo de la «generosidad de los donantes».
Este responsable agregó que las agencias internacionales están desarrollando programas de «comida por trabajo» en el distrito de Turkana, en el noroeste, y en el de Marsabit, en el norte, donde persiste una combinación de «sequía, bandidaje y saqueo de ganado», que deja a cientos de miles de personas al amparo de la ayuda humanitaria.
Hace poco, una organización humanitaria implantada en Kenia difundió un inquietante informe en el señala que Turkana está al límite de la tragedia. La situación en ese distrito se ha agravado tras la llegada de unos 20.000 pastores de la vecina Uganda, obligados a desplazarse después de que asaltadores les hayan despojado de unas 5.000 cabezas de ganado.
En la costa, unas 240.000 personas tienen carencias alimentarias por las sucesivas sequías y la subida de precios.
A estos datos se suma el más de un millón y medio de menores que, según estimó Unicef, no van al colegio. La fuerte crisis empuja a muchas familias a seguir utilizando la mano de obra de sus menores.
GARA, 20 de junio de 2004