Jesús Manzano confiesa que ha temido por su vida dos veces como ciclista. Ambas fueron en 2003. La primera, en el Tour, tras experimentar con un medicamento. La segunda, tras una transfusión de sangre en Valencia.
El tren no arrancaba si yo no me bajaba. ¡Cómo estaría que el taxista me había preguntado antes a qué hospital iba! Había un señor allí delante que decía: ‘Este muchacho no aguanta, se muere antes de llegar a Madrid’. Entonces vino el médico a recogerme y me sacó a hombros del vagón”. Esto es sólo un extracto del testimonio de Jesús Manzano sobre sus vivencias con el dopaje. Sucedió a fi nales de julio de 2003, cuando regresaba de someterse a una transfusión en Valencia. A continuación lo reproducimos íntegro.
La Vuelta a Asturias: “¿Haces caso al médico y das positivo?”
En la Vuelta a Asturias ya tuvimos algún problema, porque el responsable médico en ese momento decía que se podía utilizar cierta sustancia y otro médico decía que no. No era un producto como el que luego se usó en el Tour, pero luego acabó saliendo la verdad de que no debía de utilizarse. El caso a que me refiero salió más adelante, con compañeros, aunque a cualquiera nos podía haber tocado, porque los controles se hacen al azar. Un médico decía una cosa, otro médico decía otra y entonces el director hizo caso al responsable. Luego se vio que no se podía usar ese tratamiento, pero como el que lo dijo era el jefe médico, pues pasó lo que ha pasado.
Entonces los corredores tuvimos una reunión, pero el director siguió apoyando al médico que lideraba. Y tuvimos enganchón. Nosotros nos quedamos entre la espada y la pared. ¿A quién haces caso, a un médico o al otro? ¿Haces caso a un médico y no andas o haces caso al otro y das positivo? A ver qué. Yo me quedé con la opinión del segundo médico, porque más vale a veces no dar positivo, porque por mucho que diga alguno que yo me automedicaba, todavía no he dado nunca positivo. Yo tenía unas ampollas y todo para seguir este tratamiento, pero opté por dejarlo.
Nacionales de Madrid: “El gas bus es el Actovegin”
En los Campeonatos de España de Madrid tuvimos otro enganchón, pero no por dóping. En esas fechas ya se utilizan cosas que no dan positivo. Son productos partidos, es decir, que si te pones una ampolla entera te da positivo, pero si la partes por cinco no das. Los controles no son muy eficaces, porque hay productos que no se detectan, o bien se detectan a partir de un volumen al que no llegas.
El Campeonato de contrarreloj era un viernes en la Casa de Campo y en la M-30 era hora punta. Resulta que mi bicicleta iba en el coche de delante, pero en el que yo viajaba estaba la bici de otro compañero. Tuve que bajar la bicicleta del coche y discutir con los policías para que me dejaran pasar. Le llevé la bici a mi compañero a la rampa de salida y yo me fui al autobús para hacer los preparativos para una crono: cafeína inyectada, ácido láctico, bicarbonato y poco más, aunque se suele poner también Actovegin, que en el argot se llama gas bus. No sé si serán ampollas de 10 ml, de 500... Suelen ser de 10 o de 5.
Preparación del Tour: “Bolsas de sangre de medio litro”
Esa misma noche del domingo nos bajamos para Valencia para que se extrajeran las bolsas de sangre en una consulta. Luego se utiliza una para el Tour y otra cuando ya ha avanzado la carrera. Se extrae un litro de sangre en dos bolsas de medio litro. Una cosa que yo no vi normal es dejar las bolsas en una bandeja de plástico sin marcar, cuando luego vas a extraer a más gente. Lo primero que hay que hacer es marcarlas y meterlas en un banco de sangre, porque debe tener una conservación.
Nosotros no somos perros, somos personas y tenemos derecho a ser tratados como tales. No me pareció normal. No se puede dejar una bolsa antes de un Tour donde hace un calor de la leche. Luego también la forma, que se haga un nudo en la bolsa y se deje así. Luego me he enterado de que hay que hacer pruebas cruzadas para ver si es tu sangre cuando te la vas a poner. Si no, lo mismo pueden meter mi sangre que la de Pepito Flores, porque yo no sé dónde ha estado guardada.
Bueno, eso fue el martes, porque el lunes, el médico no vino. Pues a mí, después de sacarme dos bolsas, el mismo miércoles que viajábamos me hicieron la transfusión de una bolsa. Eso no tiene ningún sentido. En lugar de sacar sólo medio litro, sacaron un litro por equivocación o lo que sea... Bueno, el otro medio lo guardaron para el Tour de Francia, porque luego, a mitad de Tour, cuando ya tengas un bajón, te lo vuelven a meter.
A mitad de Tour, la recuperación era normal. Estábamos utilizando pocas cosas al principio, porque se supone que tú llegas ya con unos tratamientos que tienen que durar una primera semana o una semana y algo. Así llegó la etapa séptima, donde perdí el conocimiento. Voy a contar por qué. Era la primera etapa de montaña y por la mañana se prueba una sustancia que yo no había experimentado. Esa sustancia se pone acorde a tu peso. Se mete en vena y lo único que hace es que tú tienes el hematocrito bajo, pero la hemoglobina alta.
¡Ah!, una cosa que se me ha olvidado. Al principio del Tour, todos los corredores tenemos que poner una cantidad de dinero para guardar la medicación. Yo puse 3.000 euros y supongo que los demás también, pero no lo puedo confirmar. Casi seguro que todos lo han puesto, a pesar de que algunas nóminas son miserias.
Tour de Francia: “Un bote de dinero para la paloma”
Ese bote es para que se guarden los medicamentos. Tú tienes que darte cuenta de que la ley francesa no es como la española. Es una ley diferente, en la cual, yo puedo decir que hasta si llevas una caja de vitaminas B12, que sería legal en España, allí no la puedes llevar. Entonces hay gente que se dedica a guardar esos medicamentos para que tú no los tengas encima. Los medicamentos para la recuperación los puedes comprar allí y otras cosas, pero hay otros que no se pueden porque son DH, de uso hospitalario.
No sé si se llevó en un coche o en un avión, pero, por lo que tengo entendido, se transportó en un coche de alguien del entorno al equipo. En el argot, la persona que lleva la medicación la llamamos la paloma mensajera, aunque la paloma seguro que no podría con tanta carga. Eso es como importar una cosa, lo que pasa es que eso es un delito. Y luego dicen que yo soy camello de polvo blanco. Eso sí que es un tráfico de drogas y contra la salud pública.
Por supuesto, ese dinero no se recupera si te retiras, aquí no se devuelve nada. Yo recuerdo que el director iba por las habitaciones y yo fui el último que lo di. Iba diciendo el señor que le diéramos la limosna, ¿sabes? ¡Limosna! Al final del Tour ganamos sólo 811 euros en premios, perdimos dinero. Y así volvemos a lo que estaba contando antes, cuando me dieron a probar una sustancia que jamás había utilizado yo antes, pero tampoco me había hecho autotransfusiones.
Por la mañana me pusieron 50 mililitros de dicho producto. Antes de salir estuve en el Village, hablé por teléfono con mi novia, Marina, y le dije: “Prepárate, que según tengo entendido hoy voy a andar bien”. Resulta que a mitad de etapa se va una fuga antes de llegar al puerto, que está en el kilómetro 50. Todo el mundo del equipo arrancaba para que esa fuga no cogiera tiempo o para enlazar. Y el director gritando: “Me cago en Dios, ese Manzano no tiene huevos”. Arranqué y detrás vino Richard Virenque, que no me dio ningún relevo porque tenía delante a Paolo Bettini, que corre en su mismo equipo.
Pregunté a dos compañeros y les dije que me encontraba raro, que tenía una sensación como de pájara, mareado, como cuando llevas 200 km, que ya sólo vas por inercia, y con los brazos sin fuerza. Era como si las manetas del cambio estuvieran blandas. Insisto, muy raro.
Yo arranco a medio kilómetro del puerto y no podía casi ni cambiar por la sensación de dormidez que tenía en las manos. Y ya a los tres kilómetros ya empiezo a tener sensaciones de mareo, con mucho calor, y sudores muy fríos, contrastes de calor y frío, pero, sobre todo mucho frío.
A pesar del calor de julio, empecé a sentir una tiritera y sensaciones raras, Virenque me miró y hasta se separó. Voy medio kilómetro para arriba y había una curva. Hacía tanto calor que hasta la brea del asfalto estaba derretida. Alguno dice que me tiré. Ni que hubiera hecho la mili en la brigada paracaidista. Sólo recuerdo que me mareé y ya no me acuerdo de más, si me caí, si me llevaron a la derecha, dónde me llevaron...
Yo noté como una sensación de mareo y la vista como si se me fuera. Luego me di cuenta de que el maillot lo tenía cortado dentro de la ambulancia y me estaban poniendo una inyección, electrocardiogramas y eso. Me sentía raro, tenía la lengua como hinchada, como que no me entraba aire. Si me hubieran hecho un agujero en la garganta lo hubiera agradecido.
Me llevaron en una ambulancia con suero al hospital. No sé lo que te pondrán en estos casos, me hicieron una analítica... Desde por la mañana hasta las once de la noche que llegué al hotel de Morzine no pude orinar. Tenía el vientre hinchado, parecía como un barrigudo. Luego llegué al hotel, el médico estaba por las habitaciones, me estuvieron haciendo entrevistas y no abundaré más, ¿sabes? Que a mí no me ha explicado el médico qué es la analítica, que si esto estaba bajo, que si esto estaba más alto... Pero fue por aquel producto que se utilizó. Es decir, que tuve un problema por el mal estado de conservación de esos productos o por algo ¿sabes? Yo no creo que haya tenido ningún otro problema por el que me tenga que retirar. Si tengo que abandonar, digo que tengo una tendinitis o lo que sea. Pero yo no me retiro por lo que algunas personas han dicho, que fue por sol.
Resulta que hasta las doce o la una de la noche no pude orinar. El doctor que estaba en el Tour me dio unas pastillas, con las cuales empecé a orinar suave, pero toda la noche tuve la tripa destrozada. Lógicamente, al abandonar, la segunda bolsa de sangre no la llegué a utilizar. Me tuve que venir a España con mi representante, que por cierto tenía gastos y no se los pagaron.
Pasé miedo por la salud. Tú date cuenta que una persona que está bien, de repente se pone mal, no creo que a nadie le guste. Dos veces he pasado miedo por mi vida: una ha sido ésta en el Tour y luego en Valencia, cuando me sacaron de un tren jodido. Tras el Tour pensé en dejar el ciclismo, porque tienes miedo, porque date cuenta que es tu cuerpo y estás ganando ocho millones de pesetas y yo prefiero ganar 150 mil pesetas poniendo ladrillos. Me puedo caer de un andamio, pero no que la muerte te la vaya a provocar alguien. Es igual que si tu mandas hacer una casa y lo mismo se te cae a los siete meses. La gente que no es competente, pues no debe estar.
Esto pasó por mala conservación o por vete tú a saber. A cualquier médico de cabecera le preguntas y te dice que para tomar esos productos tiene que ir un inspector médico para hacer el tratamiento y te da una o dos o tres cajas al año. Pero aquí, en el ciclismo, tres cajas al año es como el que se come un paquete de pipas. Claro que he tenido miedo. Si en la ciudad vienen y me pegan un tiro, pues me jodo y me aguanto. O me tropiezo y me doy con una farola. Pero no en un problema de otra persona que me lo venga a trasladar a mí. Aquello fue una negligencia médica.
Volví del Tour y estuve unos días jodido en casa. Tenía sensaciones raras y estaba deprimido. Te tiras preparando una carrera mucho tiempo y crees que te va a salir bien, y por gente ajena... Bueno, no ajena, el jefe de los médicos. Hay que tener responsabilidad, que son vidas humanas, no somos cobayas, ni conejos de indias, que para eso están los laboratorios, para probar, y los animales, no las personas.
Aquella noche bajé a la cena, comí poca cosa, porque no tenía hambre y de bebida, menos, porque estaba hinchado como un oso. Y el director me dice que iba a hacer la Vuelta a Portugal y que esto y que lo otro. Y le dije: “Pues sabes lo que te digo, que no sé si voy a correr más”. Y me dijo el director: “Si no corres este año, no corres el que viene”. Y le dije: “¡Hombre, si no corro este año, para qué voy a correr el que viene!”. Bueno, pues resulta que se pasa el Tour y llego a mi casa, que querían hacerme quedarme dos días allí estando jodido hasta que volviera el mánager del equipo y dije que no me quería quedar, porque estaba molido, así que volví a casa.
Transfusión en Valencia: “Casi vuelvo en una caja de pino”
A falta de cuatro días para terminar el Tour me llama el jefe médico y me dice que tengo que bajar a Valencia a por la bolsa de sangre que quedaba. Bajé porque si no lo hago, te dicen que eres indisciplinado por no hacer caso al médico del equipo. El médico del equipo tiene un gran poder, es como si el director fuera el Rey de España y él, el jefe del Gobierno.
Fue el 25 de julio, creo. Yo bajo a Valencia, duermo en un hotel, la gente del equipo ya me dijo que había un problema en el Tour y que ese problema afectaba también al equipo, que era el caso de un positivo, que a mí ni me va ni me viene. Yo no tengo que juzgar a nadie. Yo bajé en un tren de Atocha a Valencia, estuve en un hotel, al lado de la calle Linares, que pagué yo. Y allí vino un señor con una motillo, que se supone que era el ayudante del médico, con una carterilla que llevaba entre las piernas y resulta que subo arriba y me dicen: “Mira, ésta es tu bolsa de sangre”, pero allí no ponía Manzano en ningún lado, ni pruebas cruzadas ni pruebas de nada. Podía ser la sangre de Pepito Flores.
Allí lo preparan, lo cuelgan en un pie, me siento en una camilla, mi novia estaba en la sala de espera, te estoy hablando de julio en Valencia, qué calor hacía, y me empiezan a poner dicha bolsa y cuando llevaba 125 ml de la sangre, me empiezo a encontrar muy, muy, muy, muy mal. Con escalofríos, con tiritera, a mí me echaban mantas y yo tenía más frío que si estuviera en el Polo Norte.
Si me meten medio litro vuelvo en una caja de pino. Me metieron entre 125-175 ml y si con eso te pasa esto, si me llego a meter la bolsa entera ¿qué me hubiera llegado a pasar? Por lo que tengo yo entendido, esa bolsa estuvo en el Tour, en mala conservación, y el médico le dijo a mi novia que había estado un poco despistado. Fíjate, despistado, es que estamos hablando de la vida de una persona. Yo estaba jodido, con mucho frío, me dan la vuelta allí como si fuera un perro y me pinchan Urbasón, que es un corticoide para problemas alérgicos, inflamaciones e intoxicaciones, pero no se crean que me pinchó una ampolla, me pinchó dos cajas. Yo hablé con mi familia. Hablé con mi madre y se lo expliqué, y mi madre se iba a bajar expresamente en un taxi. Yo estaba muy jodido, pero el médico no me dejaba ir a un hospital en ese momento.
Un drama en el tren: “Este chico se muere’, dijo un señor”
Me encuentro muy mal, consigo irme, me monto en un taxi para llegar a la estación de Valencia y cómo me vería el taxista que me preguntó que a qué hospital iba. Mi madre llamó al gerente para saber qué estaba pasando. Y lo que estaba pasando eran negligencias médicas, todos los días averías. Eso no son indisciplinas ni son faltas graves, que quede claro. Entonces yo estaba en la estación y para qué te voy a engañar, con frío, arropado como podía, porque tenía frío. Entonces pedí a la gente que me dejara pasar, porque había cola en los billetes. Entré al tren, iba en clase preferente, y ahí sentí muchísimo calor. Vino mi novia y preguntó si podía quitar el aire acondicionado. Y le preguntaron a mi novia que si podría aguantar hasta Madrid.
El revisor del tren decidió quitar el aire acondicionado. Aún así le pedí una manta, pero no tenían. Había un señor delante que decía: “Este muchacho no aguanta, este muchacho se muere”. El tren no arrancaba si yo no me bajaba. El mánager del equipo debió llamar al médico y éste vino. Me sacó a hombros del tren y me llevaron otra vez a la clínica. Y me empezaron a poner más Urbasón.
Luego el médico se fue de Valencia, porque tenía que ir a un contraanálisis a Francia. Lo normal es que me avisara que había ese problema, que había pasado eso con un compañero. Luego fui otra vez al mismo hotel y estuve toda la noche jodido, jodido, jodido... No podía dormir, con angustia, con malestar y con sueño. Y fíjate cómo estaría, que mi madre se quería venir conmigo.
De la clínica había salido la primera vez sobre las cuatro y media y hasta las nueve y media de la noche, más o menos, no podía ni hablar. Yo me acuerdo que andaba y me caía, no me podía ni levantar. Al día siguiente me quedé allí y luego resulta que me dijo el médico que tenía gripe. Yo he pasado gripes y nunca he estado tan mal. Me llamó el director y me dijo que no se lo contara a nadie del equipo. ¿Cómo no lo iba a contar a nadie del equipo?, ¿para qué, para que le pudiera pasar lo mismo a otro?
Juan Gutiérrez
Diario AS, 24 de marzo de 2004