Envueltos en campaña electoral, nos arrastra la corriente de tantos pactos y tantas coaliciones, porque al parecer es muy difícil hacer una política justa.
¿Serán muchos los que esperan con ilusión? ¡Qué suerte poder esperar algo mejor! Ya quisiéramos quienes tenemos trabajos precarios ver me- jorar nuestra situación, porque hasta ahora, por experiencia en años, sabemos que ni políticos ni gobiernos de derechas o de izquierdas han tenido en cuenta nuestra situación, ni en sus promesas ni en los hechos.
Sin embargo, en concreto a las que trabajamos en domicilio ajeno (empleadas de hogar), nos tienen presentes en sus casas, todos los días, haciendo trabajos importantes, imprescindibles, que nadie en sus familias quiere realizar. Siendo en este colectivo de trabajadoras más de un millón las nativas, e incalculables las inmigrantes.
Con qué clase de administración económica familiar funcionan nuestros empleadores, para no darse cuenta de lo poco que dedican a sus empleadas. Quizás nos confunden con el recibo de la luz o del agua, ya que si no trabajamos más de 20 horas semanales en cada familia no tienen obligación de cotizar a la seguridad social por nosotras. Y si trabajamos 40 horas, cotizan pero en seguridad social de un régimen especial.
Parece que no nos consideran personas, que necesitamos una seguridad social en régimen general, con derechos comunes a cualquier trabajador, para tener presta- ciones en caso de paro, de enfermedad, de maternidad y una nómina para poder alquilar un piso, ya que ni a los de protección social podemos aspirar, porque son para otros con más ingresos.
Esta es, parece ser, la manera de reconocer la dignidad y mantener la autoestima de los trabajadores en nuestra sociedad. Cuántas asociaciones y sindicatos se dedi- can a reclamar la igualdad y, sobre todo últimamente, tienen tanto protagonismo con los in- migrantes, pero a la hora de la verdad, chocan con esta realidad y así se quedan sin hacer nada.
Esta injusticia también deja claro que no se trata sólo de desigualdad entre hombres y mujeres. Se trata también de la desigualdad entre mujer y mujer. Para qué sirve el feminismo, para qué la lucha de clases, para qué sirve la conciencia.
Maite Bengoa, Trabajadoras Asalariadas en Domicilio Ajeno
GARA, 7 de marzo de 2004