Greenpeace advierte de que el descontrol de las sustancias tóxicas amenaza a la infancia (CS)

La ONG presenta un informe en el que relaciona elementos químicos presentes en productos de uso diario con enfermedades como el asma, las alergias, el cáncer, discapacidades en el desarrollo y desórdenes en la reproducción. Según el informe de Greenpeace “Legado químico. Contaminación en la infancia”, sustancias químicas que hasta ahora no eran consideradas de riesgo para la salud, pueden ser las causantes de un sinnúmero de enfermedades. En el mundo se producen 100.000 tipos de sustancias químicas, muchas de ellas se liberan en el medio ambiente y, dado que no es un tema recurrente de estudio científico, no es posible saber en qué grado afectan a la salud humana. Greenpeace ha elaborado una investigación sobre siete grupos de sustancias químicas comunes en productos domésticos de uso cotidiano y que hasta ahora eran considerados no dañinos para las personas. El estudio, que estuvo a cargo de Catherine N. Doney, llegó a dos conclusiones calificadas de muy preocupantes: estas sustancias están presentes en el cuerpo humano, incluyendo recién nacidos y neonatos, y es probable que los residuos químicos tengan un efecto perjudicial en la salud humana, especialmente en los niños. Una de las sustancias estudiadas son los alquilfenoles, que hasta la fecha son permitidas porque se consideran que el porcentaje de presencia en los productos es muy baja. Se encuentran en objetos tan comunes como los reproductores de CDs y DVDs, los equipos médicos, los textiles utilizados para fabricar tapizados, biberones, desinfectantes, pañales y perfumes, entre otros. Greenpeace estima que las patologías que desencadenan estas sustancias químicas podrían tener su origen en la niñez y sospecha que muchas son el resultado de daños sufridos por el menor en la etapa de desarrollo, "el periodo de la vida más susceptible a los riesgos químicos". El riesgo que corre la infancia ante estas sustancias, la mayor parte de ellas muy persistente y bioacumulable en los órganos, es mayor porque las absorben de forma más eficiente al respirar el doble que los adultos en relación a su masa corporal, las procesan más lentamente y las eliminan con menos eficacia (entre dos y nueve veces más lento que los adultos). Legislación europea más dura Greenpeace solicita una legislación europea "más dura" que aplique de forma decidida el principio de sustitución, de forma que el hecho de que exista una alternativa más segura sea razón suficiente para que se prohíba utilizar una sustancia peligrosa y se abandone "definitivamente" la política basada en el control del riesgo. Para Urralde, “el objetivo es asegurar a los niños el derecho a nacer libres de sustancias tóxicas, puesto que el riesgo en generaciones futuras puede ser irreversible". Greenpeace también exige al Gobierno español que ratifique el Convenio de Estocolmo, ya respaldado por el Parlamento, para que entre en vigor. La ONG recuerda que, a pesar de que el Ejecutivo espera a que lo ratifique la Unión Europea, los Estados miembros lo pueden hacer independientemente, como ha sido el caso de Francia. Canal Solidario, 20 de febrero de 2004