Asumámoslo: lo que conocemos como "cultura Internet", básicamente una mezcla de navegación web y correo electrónico basado en el PC, ha fracasado en España. Mientras en EEUU el 70% de la población está conectada de un modo efectivo, en España a duras penas pasa del 18% la conectividad total y seguramente no alcance el 10% la real. Es hora de asumir la derrota y no de complacerse en el ciberelitismo... El ocaso de los dioses del Spectrum debe dar paso a una revolución tecnológica a la española con formas propias y a un cambio radical en el hacktivismo: el campo de batalla está en el off-line.
Internet en España ha sido una aventura generacional. La aventura de la Generación Spectrum, gente que ahora tiene entre 25 y 35 años.La generación Spectrum es la primera hornada de chicos y chicas en los que la interacción con computadoras fue una parte más de su educación, escribe el experto en diseño orientado al usuario Javier Cañada, para ellos (nosotros) siempre fue algo normal. El Spectrum no sólo fue un juguete, sino una herramienta con la que desarrollar la creatividad.
Los niños del Spectrum serían la base de la cultura hacker española y como sus primos mayores americanos formarían el universo de donde saldrían luego los protagonistas del despegue de Internet en España y de la Revolución del Software Libre. Por eso adoptamos tan fácilmente, a la hora de encarar la web, las mitologías de una cultura hacker cuyos orígenes eran tan distintos.
La verdadera brecha digital
En 2003 se cumplieron diez años del primer servidor web español (Castelló,1993) y este año se cumplirán quince de la fundación del primer grupo ciberpunk español, como no... en Berlín. Tras diez años de cultura internet la distancia con los países desarrollados se agranda en vez de estrecharse. Internet en España no es ya un niño, si sigue siendo pequeño no es porque sea una novedad, es que sufre enanismo.
¿Pero por qué? ¿Qué mantiene a la mayoría de la población fuera de la red?. Yo puedo enseñar a mi madre a usar el correo electrónico y ella puede aprender, argumenta Cañada, pero los problemas empiezan antes, desde que da al botón del ordenador, se abre entonces un abismo simbólico, pueden pasar tantas cosas, incluida que el ordenador se cuelgue, que realmente el coste, el esfuerzo que para ella supone no llegue a rentar a corto plazo. Y es que tal vez el primer problema esté en el dispositivo: los PCs siguen siendo marginales en los hogares incluso según las siempre generosas cifras del Ministerio de Ciencia y Tecnología. Sin una cultura PC previamente extendida, era casi imposible que la cultura Internet -entendida como web + email- prendiera.
Pero si la verdadera brecha digital es simbólica, una cuestión de lenguaje y dispositivos, debería ser un problema universal. Hay, sin duda, otros factores específicos de los países latinos. La mera comparación ya nos ilumina bastante. La generación que vivió la revolución del PC en EEUU o sus equivalentes británicos más cercanos a nosotros, vieron coincidir la expansión de Internet con su consagración social. El segundo mandato Clinton y la primera mayoría absoluta de Blair llegan con la gente de nuestra generación asaltando las columnas de opinión de la gran prensa, ganando relevancia en el discurso universitario y empresarial y todo en un ambiente de verdadero culto social a los nuevos emprendedores de la frontera electrónica. En España o Italia, con esa peculiar mezcla de falta de mecanismos meritocráticos, especulación inmobiliaria, sistema educativo eterno y conservadurismo social, nuestra generación sigue viviendo entonces mayoritariamente con sus padres y está lejos de tener un discurso colectivo y mucho menos relevante.
Las empresas no estaban preparadas para adaptarse a la nueva realidad, ni siquiera para para recibir el mensaje. Los chicos del Spectrum no serán escuchados simplemente porque en el ciclo vital de un profesional español los veintimuchos siguen estando dentro del periodo formativo. Lo que el mundo empresarial hace es importar la mítica del .com al peso. La prensa la corea. Y sin embargo no cala. No cala porque el público que tenía que haber servido de altavoz, el que debía protagonizar el cambio, estaba al otro lado de la barricada o lo sentía completamente ajeno. Sin embargo, la ausencia de redes sociales previas, convierte el fracaso de la fiebre .com en un fracaso general de las expectativas de Internet.
A partir de ahí, la red española contará para la reconstitución de su discurso sólo con sus propias fuerzas. ¿Pero quién podría protagonizar un nuevo proceso de expansión al margen de las grandes empresas?.
La otra brecha: ausencia de digerati
El periodo que se abre en 2001 está protagonizado por el fenómeno de las bitácoras que representan una vuelta, sobre las ruinas de las .com, a una concepción reticular y cooperativa de la web.
¿Pero quién hace las bitácoras? ¿Quién les da su tono y arranque?. En un principio gente mucho más joven, con serios problemas para redactar correctamente, sin conocimientos básicos sobre la red o su cultura. Pequeñas cuadrillas virtuales de quinceañeros que cuentan su cotidianidad y no tienen referencias fuera de su pequeño e intimista mundo entre otras cosas porque tampoco leen en inglés. Cuando la generación Spectrum llegue a las bitácoras, su modelo no será sino una imagen especular: ciberelitismo saturado de citas a Gizmodo y Wired, esteticismo y traslación de las polémicas políticas del viejo mundo de la prensa de papel en una estructura que reproduce, en buena medida, las cuadrillas formadas en empresas .com.
Los chicos Spectrum no han sabido convertirse en digerati y los que lo han hecho se han complacido en su propio aislamiento. Tanto por un lado como por otro, la web civil que surge a partir de 2001 es una red cerrada en si misma. El auge de la prensa online a partir de 2003 y la reestructuración consecuente de la estructura de la web tampoco cambia demasiado el panorama. La prensa on-line está orientada fundamentalmente a un público no ilustrado tecnológicamente, pero por su naturaleza empresarial, tan limitada por la propia escasez de público potencial y el excepticismo de los anunciantes, tampoco puede servir de banderín de enganche para un nuevo estallido del número de usuarios.
La debilidad de la netocracia
Pero si en el mundo red los digerati representan una nueva forma de ciudadanía, los netócratas representan las posibilidades de expansión. No es de extrañar que sistemáticamente los logros de la netocracia española (sociales, políticos o tecnológicos) tengan más relevancia en los ambientes digerati de Estados Unidos que en España. A los netócratas españoles les falta entorno social y posibilidades de mercado como para florecer. Nuestra netocracia es escasa porque nuestra red sufre enanismo.
Conclusiones: El ocaso de los dioses del Spectrum
Los presupuestos de la Generación Spectrum ya no dan más de si. El modelo que sirvió para otros países ha dado escasos frutos entre nosotros. Es hora de tomar un nuevo rumbo y enfocar desde otro planteamiento estratégico e incluso generacional el desarrollo de la Sociedad Red en España.
Los últimos diez años, aunque insatisfactorios en sus resultados para el país, nos dejan sin embargo tres grandes lecciones, el legado de los dioses del Spectrum:
La revolución tecnológica debe romper, si quiere expandirse, su dependencia exclusiva respecto a los ordenadores, tal y como los entendemos hoy. No podemos exigir al común de nuestros vecinos que ganen a marchas forzadas la cultura y habilidad técnicas necesarias para de la noche a la mañana manejar una máquina universal y multipropósito. La generación Spectrum no ha sabido construir un mundo a su imagen y semenjanza y no lo hará ya. Da igual que le llamemos alfabetización digital y que nos centremos en mail, web y edición de textos. Los dispositivos reclaman su protagonismo y el PC, una máquina pensada para tener su propio espacio en una casa, no sólo tiene dificultades de adaptación simbólica, reclama una forma de vivir que no es la de los países latinos, donde varias generaciones comparten viviendas por lo general escasas y dónde el móvil triunfa porque la movilidad representa paradójicamente, la única posibilidad de intimidad para una mayoría de jóvenes.
El nuevo rumbo debe, desde el primer momento, dar posibilidades para la formación de una pequeña netocracia independiente: gente que pueda vivir decentemente y mantener su independencia económica a base de construir redes y ofrecer servicios a estas. Esta posibilidad existe en Internet a día de hoy, pero muy limitada. Software libre, Wifi y telefonía móvil parecen, a primera vista los caminos más sencillos para alcanzarlo.
Sin redes sociales no funcionan las tecnologías de red, toda apuesta por el desarrollo de la nueva Sociedad debe ir paralela a un impulso de la estructuración social de nuestro país. Llámese sociedad civil si se quiere, pero no se entienda en ningún caso como un entramado institucional (ONGs o similares), sino como un tejido redes ciudadanas diversas, identitarias y abiertas.
¿Qué hacer?
No toca abandonar Internet: el objetivo es ampliar el territorio, no abandonarlo. Toca, en primer lugar, volver al off-line: dar charlas, hacer revistas y fanzines en papel, generar noticias... no para nosotros, el 20% escaso que estará conectado a fin de año, sino para que el 80% restante entienda que conectándose gana algo más que un complemento a la tele, y que unirse a la revolución tecnológica no supone aprender a usar programas y ganar conocimientos técnicos sino integrarse en la lógica de las ciberculturas. Y para eso hemos de proyectar esa lógica en el mundo off-line, en los keitai, en las consolas de videojuegos....
A los que una vez fuimos dioses del Spectrum, los que luego vivimos en la web por primera vez la emoción de ser leídos por miles de personas cada día, nos toca de nuevo cruzar el desierto: desarrollar nuevas herramientas de red, crear contenidos para nuevos dispositivos, experimentar caminos que no llevarán a ningún lado y otros que seguramente triunfen. Nos toca arriesgar, salir del aislamiento. Nos toca, por fin asumir que tenemos algo por lo que luchar y desde lo que aportar. Como cuenta la leyenda que anunció Shackelton: se buscan marinos para viaje arriesgado; salarios bajos, amargo frío, largos meses de completa oscuridad, peligro constante, retorno seguro dudoso; honor y reconocimiento en caso de éxito.
David de Ugarte
SOCIEDAD DE LAS INDIAS ELECTRÓNICAS, 16 de febrero de 2004