Jaime Mayor Oreja anunció el lunes que el Belcebú abertzale había lanzado las siete plagas sobre el Parlamento de Gasteiz al sacarle cuarenta y un bolas negras a Carlos Iturgaiz. El presidente cabe suponer que honorífico del grupo parlamentario Populares Vascos aseguró sin sonrojarse que la suspensión por un mes del maestro de los botones constituía uf nada menos que «la decisión más grave de la vida parlamentaria de la democracia».
Al margen de las consideraciones reglamentarias que puedan hacerse sobre la proporcionalidad del castigo, incluso por encima de las disquisiciones teóricas sobre si un representante popular puede ser sancionado que hay quien opina que no, es preciso determinar objetivamente qué supone ese mes de castigo a partir del 22 de diciembre. Por lo tanto, habremos de ver cuál va a ser la actividad parlamentaria hasta el 22 de enero. Primero nos encontramos el lunes con un pleno en el que se debatirán y votarán los presupuestos de la CAV y la Ley del Sistema Universitario Vasco. Tal y como están las cosas, y a menos que a su jefe de filas le vuelva a poder su apego a Madrid, el voto de Iturgaiz no resulta decisivo. El martes se reunirá alguna comisión a la que el sancionado no pertenece. ¿Y después? Después vacaciones. Que sus señorías tienen más fiestas que el alumnado de primaria, y todo el mes de enero es inhábil a efectos parlamentarios.
Pero veamos también cuál es la verdadera actividad parlamentaria de Iturgaiz, que el mes de castigo bien pudiera haberle caído encima en un lapso estajanovista de la Cámara. ¿Habría sido esto una catástrofe para el PP? Lo cierto es que Iturgaiz no está adscrito a ninguna de las comisiones ordinarias. Por tanto, por ese lado no tendría su partido nada de qué preocuparse. Vayamos a su capacidad de iniciativa. En lo que va de legislatura dos años y medio el hombre de los botones apenas ha presentado dos interpelaciones y una pregunta, que tampoco es tarea agotadora. Y, contando llevar estas cuestiones a la tribuna de oradores, ha intervenido siete veces en los plenos: dos en febrero de 2002, dos en mayo del mismo año, otros dos en marzo de 2003 y una última en mayo. Visto el currículum, ya sería casualidad que cualquier mes de castigo le pillara a Iturgaiz trabajando en el Parlamento.
Y tanto frenesí laboral, por poco más de 4.000 euros al mes que por una vez no cobrará. ¿Debiera haberlo hecho las demás veces?
Iñaki Iriondo
GARA, 26 de diciembre de 2003