En las sociedades opulentas, y especialmente en Navidad, se despilfarra, mientras que en otros lugares del mundo se carece de lo básico; además, el derroche contribuye a la esquilmación de los recursos naturales y a la explotación del ser humano.
No despilfarres...
La electricidad no es limpia. Haz un uso más racional de la energía. Las navidades también pueden ser bonitas sin tantas bombillas en las calles. La producción de electricidad es causante de buena parte de las agresiones que sufre la Naturaleza.
Aunque es cierto que la electricidad es insustituible en la iluminación y en electrodomésticos, sin embargo en otras aplicaciones como calefacción, cocina o producción de agua caliente, su uso no está justificado, ya que es más cara y produce más contaminación.
Puedes ahorrar energía. Reduciendo la compra de productos superfluos e innecesarios, pues para su fabricación hace falta energía. Utilizando bombillas de bajo consumo y electrodomésticos eficientes y, por supuesto, útiles (para abrir una lata o aplicarte una crema no hace falta un aparato eléctrico).
Antes de comprar un regalo, reflexiona...
No consumas irracionalmente. El consumo excesivo y la acumulación de objetos sólo conduce a no valorar lo que se tiene y al agotamiento de los recursos naturales.
Recicla un regalo que ya tengas en casa.
El juguete tiene que ser algo instructivo y pedagógico. No regales juguetes bélicos o sexistas: fomentan aspectos negativos (agresividad, discriminación...).
Valora que el juguete no use pilas: es más participativo, ahorrarás dinero y evitarás el impacto que causa su vertido indiscriminado.
Compra el contenido y no el envase. Los envases y embalajes son un problema serio para el medio ambiente. Un 40% de la basura doméstica son residuos orgánicos, del resto, un 80% lo constituyen envases. Este porcentaje crece sin cesar y se dispara en Navidad.
Algunos problemas de los envases
- Para fabricarlos se destruyen recursos naturales, se contamina el agua (organoclorados de las papeleras...) y la atmósfera. Tanto en su fabricación como en su reciclaje se consumen grandes cantidades de energía.
- Cuando se convierten en residuos tienen un notable impacto ambiental, tanto si se depositan en vertederos como, sobre todo, si se incineran (dioxinas).
- Una forma económica para evitar este problema es elegir productos con envases retornables.
Cuando compres, recuerda...
Rechaza las bolsas de plástico que dan en los comercios y lleva tu propia bolsa. El 40% del total del plástico que se produce se destina a envases: 800.000 toneladas.
No compres productos con envases o envoltorios excesivos o superfluos. Los envases: pocos y reutilizables. Al recibir regalos, no tires el papel, guárdalo para cuando lo necesites.
En Navidad se reciben muchas tarjetas de felicitación, no las tires, reutilízalas.
La comida precocinada implica más envasado y consumo de energía (preparación, conservación...). Los productos frescos, de temporada o menos elaborados resultan más baratos, más sabrosos y tienen menos aditivos (conservantes, colorantes...).
Utiliza el transporte colectivo, evitarás contaminación acústica y atmosférica. Ahorrarás energía, tiempo y dinero.
Compra en las tiendas del barrio. Las grandes superficies comerciales son muy dependientes de un modelo de transportes enormemente devorador de energía, ya que el traslado de mercancías hasta el hogar debe ser realizado en automóvil. Otro de los efectos negativos de este modelo comercial es que colabora en la destrucción de empleo, al destruir el pequeño comercio y no generar nuevos empleos, ya que estos centros se organizan para que el cliente se sirva a sí mismo.
No compres pieles; ni cosmeticos que usen animales para su experimentación.
Ayuda a los países pobres con la compra de sus productos si te consta que han sido obtenidos en explotaciones ecológicas, sostenibles y solidarias. Los puedes encontrar en las tiendas de comercio justo.
No destroces...
Del monte o el vivero al vertedero, pasando la Navidad en casa.
La costumbre importada de colocar abetos, y otras pináceas, en los hogares en las fechas navideñas en modo alguno justifica la muerte de un árbol. Los abetos aún con cepellón, tras su estancia en una casa, tienen escasas posibilidades de supervivencia.
Los abetos artificiales, aunque pueden utilizarse más años, son en su mayoría de plástico y terminan también en el vertedero o en la incineradora (dioxinas).
Llama la atención que haya viveros dedicados exclusivamente a la producción de árboles de usar y tirar (alrededor de 2.000.000 al año), en un país erosionado y con graves riesgos de desertificación. Además en cuanto a sus efectos beneficiosos por la fijación de dióxido de carbono CO2, principal responsable del cambio climático, de los árboles de Navidad de vivero, no supone realmente ningún beneficio ya que el carbono fijado vuelve al medio trás la muerte del árbol. Así mismo, su cultivo intensivo utiliza grandes cantidades de fertilizantes, pesticidas...
Es necesaria una reconversión gradual de los viveros de planta de Navidad en cultivos de planta autóctona. Actualmente, casi todos los árboles de Navidad que se cultivan son de diferentes variedades de Picea Abies, una conífera no autóctona y adaptada a condiciones más frías, mayor humedad y mejores suelos que los de nuestra península. Se deben cultivar en su lugar especies autóctonas como Abies Alba, Abies Pinsapo y otras coníferas de la Península Ibérica.
Otros adornos navideños suponen tambien otros impactos:
Los acebos tienen un gran valor ecológico pues, en el invierno especialmente, suministran refugio y alimento a especies de la fauna silvestre. La utilización ornamental en Navidad de sus ramas fructificadas ha conducido a que se encuentre en grave peligro de desaparición.
Los musgos, que crecen sobre rocas, suelos y cortezas de árboles contribuyen a la formación y conservación de los suelos. Retienen gran cantidad de agua, creando un microambiente favorable para la germinación de semillas. Aunque carecen de protección legal, ello no debe ser motivo para destruirlos para adornar el Belén o la base de los árboles de Navidad; como alternativa, utiliza hojas secas.
Por último, la fiebre consumista ha llegado a otras especies vegetales, como los ruscos o el muérdago, que están siendo recolectadas de forma insostenible.
Si a pesar de todo, optas por un árbol natural, debes procurar:
Que tenga abundante cepellón y buen sistema radicular.
Que tenga mantillo y regarlo abundantemente cada cuatro días.
Que el tiesto sea grande, para permitir que las raíces tengan suficiente espacio para crecer.
Que no se deje más de diez días dentro de la casa.
Que esté alejado de zonas donde haga calor. Evita las bombillas.
Que posteriormente se planten en zonas ajardinadas o parques públicos, nunca en el medio natural, a fin de no introducir especies no autóctonas. Pero no olvides que su uso en zonas ajardinadas también tiene inconvenientes, al necesitar estas especies abundante riego: un despilfarro en las condiciones habituales de sequía que solemos padecer.
ECOLOGISTAS EN ACCIÓN, 18 de diciembre de 2003