• Los locales de alterne sobreviven a duras penas a la competencia del sexo callejero y la prostitución encubierta.
• Los empresarios reconocen que el sector da dinero.
Bienvenidos al paraíso del sabor. Mari Carmen Ramos, una habanera de 45 años de armas tomar, decidió, hace ahora 10 años, abrir un "puticlub", como ella misma define a su local. "Estaba cansada de luchar con bares y discotecas de salsa. Si eres seria y consigues buenas chicas, en este mundo puedes ganar dinero", confiesa.
Su local, Sabor 21, está ubicado en la calle de Sagués, en Barcelona. En el interior, a ritmo de balada, bolero y salsa, los clientes buscan, desde las once de la mañana, cuerpos anónimos en los que reposar. Como el de Mari Carmen, en toda Catalunya existen 266 locales de pública concurrencia dedicados exclusivamente al negocio del sexo.
Las 'sin papeles'
"Lo más difícil es encontrar buenas chicas. Si ellas valen, los clientes vienen solos", asegura. A diario, hasta la puerta del Sabor 21 llegan jóvenes en busca del amparo de un local en el que poder ganar dinero. "Huyen de la calle y de los chulos. La mayoría son espectaculares, guapísimas y muy jovencitas, pero tienen un problema: no tienen papeles, y yo, la verdad, no me arriesgo", explica.
El boom del sexo callejero en Barcelona ha tenido repercusión en los establecimientos públicos. "La competencia es durísima. En la calle, los servicios se están haciendo a precios de risa, por eso muchos locales han tenido que cerrar sus puertas", indica. En los últimos dos años, en Catalunya han cerrado 61 locales de alterne.
¿Hay crisis? "Para nada. Cada día hay más hombres que buscan la compañía de una buena prostituta, pero el empresario de este negocio tiene que asumir unos costes que no afrontan las que ejercen la prostitución en la calle o en pisos de manera clandestina", reflexiona.
Mari Carmen trabaja con 12 chicas. Todas tienen un contrato de trabajo y cobran, además de un salario mínimo, un porcentaje por servicio o copas. Los precios varían, pero hace ya unos cuantos años que no suben. La copa del cliente cuesta 15 euros (2.496 pesetas). La consumición de la chica es de 30 euros. La tarifa por descender acompañado a una de las habitaciones del sótano varía según el tiempo. La tarifa mínima es de 90 euros (14.975 pesetas) por media hora. "Pagan encantados", asegura la empresaria, que vende como nadie a sus chicas.
Universitaria
Eva tiene 30 años y hace siete meses que trabaja con Mari Carmen. Nacida en Bielorrusia, asegura que la prostitución es la única salida que Barcelona le ofrece para ganarse la vida y seguir sus estudios de Filología Hispánica en la Universitat de Barcelona. "¡Es muy lista! El mes pasado me trajo unas notas con todo sobresalientes y notables", asegura Mari Carmen, como si fuera su madre.
La joven asegura que disfruta con su trabajo. Y no tiene cara de mentir. "Es una obra de teatro en la que cada noche interpretas un papel. Puedes ser quien tú quieras", dice. Su novia también trabaja con Mari Carmen. ¿No tienes celos? "Qué tontería, ella sólo me quiere a mí".
EL PERIÓDICO, 20 de noviembre de 2003