Palpitaciones en el corazón, mejillas sonrosadas, pérdida de todo sentido de la realidad... un grupo de científicos se hizo a la tarea de descubrir la reacción química del amor.
Y al parecer, aquel consejo maternal que dice que el amor "debe tener cabeza" fue confirmado por los investigadores de la Universidad de Rutgers, de Nueva Jersey, Estados Unidos, en un estudio publicado por la Sociedad de Neurociencia estadounidense.
Ellos estudiaron los cerebros de 17 hombres y mujeres que se encontraban en los dulces primeros días de una relación amorosa.
Las resonancias magnéticas indicaron que había un aumento en la actividad de las áreas del cerebro que tienen relación con la energía y la euforia.
El estudio también encontró que, mientras que los cerebros femeninos evidenciaban respuestas más emocionales, los de los hombres mostraban actividades en áreas relacionadas con la exitación sexual.
Cuando llega Cupido...
Los investigadores comenzaron el experimento mostrando fotografías de los "seres amados" a cada uno de los hombres y mujeres.
Después de distraerlos con varias tareas, les mostraron imágenes de personas ante las que dijeron tener sentimientos neutrales.
De esta manera se descubrió que los sentimientos de amor están relacionados con una intensa actividad en el núcleo caudado derecho, y en el ventral tegmental, que tiene altos niveles de dopamina.
La dopamina es una sustancia que produce sentimientos de satisfacción y placer, y en niveles elevados aumenta la energía y la motivación.
Sin embargo, mujeres y hombres atienden el llamado del amor de manera diferente.
Las mujeres muestran más actividad en el cuerpo del caudado, el septo y la corteza parietal posterior, que son áreas relacionadas con la recompensa, la emoción y la atención.
Los hombres, en cambio, demostraron más actividad en las áreas de procesamiento visual, incluida una que está conectada con el estímulo sexual.
Cuestión evolutiva
Para la doctora Helen Fisher, quien dirigió el estudio, "la atracción, que es la precursora mamífera del amor, evolucionó para que los individuos buscaran a parejas para reproducirse, conservando la energía y el tiempo que se dedica al cortejo".
"El circuito cerebral de las relaciones entre macho y hembra evolucionaron para permitir que los individuos permanezcan con su pareja el tiempo suficiente para completar las tareas de paternidad específicas de su especie", explicó Fisher.
El mismo equipo de investigadores ahora llevará a cabo un estudio para identificar qué sucede en el cerebro cuando el amor se acaba y las parejas se separan.
BBC, 13 de noviembre de 2003