Nuestro mapa erótico está constituido por las imágenes sensuales que los sentidos suministran y que el cerebro graba. Cuando uno de estos objetos aparece en nuestra conciencia, el deseo sexual se despierta.
La parte más importante de esa memoria son los olores. La nariz tiene su propio cerebro, la pituitaria, y no necesita pasar por la corteza cerebral para producir sensaciones sexuales. Por eso los olores son tan rápidos y tan efectivos.
Los hay de dos tipos: los personales (específicamente humanos) –ese olor que P. Susking llamaba el olor del amor; es el bisulfito de metilo, segregado por nuestras glándulas sexuales, que están en la boca, las manos, los pies y los genitales; es un olor apenas perceptible, pero muy efectivo– y los que quedan asociados en la memoria a nuestra experiencia sexual.
Si el primero es el mismo para toda la especie, el segundo es personal y cada uno sabe cuál es. Lo bueno es que el primero lo compartimos con toda la naturaleza, es el perfume que exhalan las flores imitando las hembras de los insectos y el que los animales hembras fabrican para llamar la atención a los macho y ayudarles a producir el esperma.
La mayoría de las personas gustan de los olores añadidos, pero señalan que no sean demasiado intensos. Cada perfume se mezcla de una manera especial con la piel y, si queremos que ese perfume entre a formar parte de la memoria de la pareja como marcador sexual, es necesario usar siempre el mismo, con la piel limpia de otros productos.
Las colonias frutales sugieren inocencia y candor y las muy intensas, deseo y pasión. La piel cambia su composición en el transcurso del día, con las cosas que comemos y con los estados de ánimo. Las personas asustadas o muy tímidas suelen oler de una forma desagradable. Si éste es tu caso, usa colonias cítricas, que eliminan perfectamente esos olores, pero nunca uses otro tipo de perfume, que mezclará de una forma muy desagradable.
En los días amorosos no comas ajo ni espárragos ni picante, estos productos van rápidamente a tu sangre y no son agradables. Come verduras y frutas, ya que producen un olor corporal fresco, que mezcla bien con cualquier perfume.
Diccionario
Se llama adicción amorosa o compulsión sexual al impulso incontrolable que obliga a tener relaciones sexuales o a masturbarse de una forma compulsiva con la esperanza de que esta conducta proporcione soluciones a problemas vitales. Parece que tanto en ésta como en otras adicciones lo que se disparan son las hormonas que sirven para recaptar las dopaminas; es decir, para eliminar la tristeza o las endorfinas que eliminan el dolor y proporcionan una sensación de bienestar. Un amante compulsivo es alguien que padece una fijación con respecto a la emoción amorosa o al sexo para intentar evitar la soledad o contener la ansiedad. La solución pasa por aspectos terapéuticos, como los de cualquier adicción.
Pilar Cristóbal
20minutos, 5 de noviembre de 2003