Conspirar contra el rey y la familia real de Marruecos, Mohamed VI, les ha salido barato a las dos gemelas marroquíes, Saman e Imán Laghrissi, y a su amiga Hakima Rejalan, todas ellas de 14 años. El tribunal penal de menores de Rabat condenó ayer a las hermanas a 5 años de cárcel -deberán pasar cuatro en un reformatorio y el quinto en prisión- y absolvió a su amiga, según informó la agencia de prensa oficial, MAP.
El fiscal había solicitado la pena máxima, sin dar más precisiones, para las tres acusadas. Tal petición significa, cuando se trata de adultos, la condena a muerte. El tribunal, compuesto por cinco jueces, cuatro de ellas mujeres, no secundó al ministerio público y optó por la indulgencia.
La lectura de la sentencia, tras un juicio ultrarrápido de tres días de duración y celebrado a puerta cerrada, dio lugar a escenas de regocijo entre familiares y abogados de las menores. Saad Gennun, un letrado de la defensa, se declaró "sorprendido" por "un veredicto tan clemente", según declaró a la agencia France Presse.
La más contenta era, obviamente, Rachida Laghrissi, la madre, que daba sin cesar gracias a Dios y al rey de Marruecos por "haber estado al lado de las niñas" y haber así evitado una mayor condena.
La mujer alababa también a Rachid Nafae, el imam de la cercana mezquita de Al Wahda, al que las crías pidieron el amparo moral para sus elucubraciones terroristas. Se lo denegó y las denunció. "Si no las hubiese delatado se habría producido una tragedía", insistía la progenitora.
Los letrados de la defensa aseguran que sus jóvenes clientas fueron acusadas de confabularse contra el jefe del Estado, pero, curiosamente, la agencia de prensa oficial sólo menciona su inculpación por "asociación de malhechores para preparar y cometer acciones terroristas, atentar contra los valores sagrados, pertenencia a asociación no autorizada" y acopio de fondos para financiar el terrorismo.
Voladura del supermercado
Las chicas debieron soñar con muchas intrigas, pero el único atentado que esbozaron, con la posible ayuda de unos 17 integristas adultos, consistía en volarse entre las estanterías de bebidas alcohólicas del supermercado Label del elegante barrio de Suissi, en Rabat.
En sus alegatos, los abogados hicieron hincapié en la terrorífica infancia que habían tenido las adolescentes. Hijas de una madre soltera, lo que ya es un estigma en la sociedad marroquí, vivían en una habitación alquilada en la azotea de una casucha de la miserable barriada rabatí de Charii Suk. Maltratadas en los hogares en los que, a partir de los ocho años, trabajaron como criadas, acabaron, según la prensa, prostituyéndose.
Ingenuas y desamparadas, eran, pues, presa fácil, según los abogados, para los islamistas radicales del barrio. Las captaron y les encargaron, primero, la distribución de octavillas con sus proclamas antes de ponerlas a mendigar para recaudar fondos. El siguiente paso iba a ser hacer el kamikaze en el supermercado.
La comparecencia de la madre ante el tribunal añadió más tintes dramáticos. "Salgo a las nueve de la mañana para pedir limosna en el centro. Desde las cuatro hasta las ocho vendo artículos de segunda mano en Duar Lhajja", otro suburbio de la capital. "Sólo regreso a las diez de la noche", declaró.
Por todas estas circunstancias y por la repecusión mediática del juicio, es posible que Mohamed VI les conceda pronto un indulto real. No saldrán, probablemente, tan bien librados los 17 supuestos instigadores de las gemelas, con edades comprendidas entre los 22 y 32 años. Su juicio empezará en las próximas horas.
EL PAÍS, 1 de octubre de 2003