Un pájaro vuela dentro de una garganta
T RA Y E C T O
I. AITZ
viaje al fondo del mar
El primer paso que di hacia LA PELOTA VASCA, la piel contra la piedra, ocurrió en el año 1996, cuando dejé Euskadi y me fui a vivir a Madrid. Me trasladé por motivos personales y profesionales, pero he de confesar que alejarme de mi tierra me supuso una liberación; realmente había llegado a sentirme aplastado por las ideas y las personas que, con esa dignidad tan tozuda y vieja, vienen garantizando que el conflicto vasco se perpetúe.
En ese primer año en Madrid, el 96 (cuando Aznar llegó al poder), escribí dos guiones, uno sobre el amor y el otro sobre el odio. En el primero, desde la experiencia personal del amor perdido, proponía la idealización del amor eterno. Cuando leí la primera versión (la peor y más aturdida) de Los amantes del Círculo Polar, sentí que no tenía derecho a inventar tanto, así que la puse en situación de espera.
Para la siguiente historia tuve que hacer un esfuerzo por rescatarme, por recuperar sentimientos propios y actualizados, así que, sin moverme de Madrid, mi vida de vasco se unió a mi, me puso el ánimo del revés y odié para escribir sobre el odio. Entonces conseguí sentirme auténtico, desarrollando un guión que titulé Aitz, viaje al fondo del mar. Al final de aquella historia reparadora de resentimientos, en las profundidades marinas yo ahogaba el viejo odio vasco. Y de paso el mío. Lo más espantoso de aquella experiencia fue leer el guión; descubrí que no sólo yo mismo había odiado en exceso, a diestro y siniestro, lo que se notaba incómodamente, sino que había llegado a idealizar el odio, es decir, lo había magnificado hasta embellecerlo. Percibí aquello como un sentimiento insano y me sentí envilecido e injusto, así que guardé aquel guión con la convicción de que nunca lo rodaría.
Enseguida volví la cabeza hacia Los amantes del Círculo Polar. Idealizar el amor resulta mucho más saludable que idealizar el odio.
II. AITOR
la piel contra la piedra
Tras un largo periodo en el que confieso que me distancié, sobretodo políticamente, de lo vasco, el auge del nacionalismo ultraespañol de Aznar, que se ha ido haciendo insoportable en su confrontación totalitaria contra el nacionalismo vasco, hizo que, después de Lucía y el sexo, decidiera volver a intentar escribir algo mínimamente justo a cerca del conflicto vasco. Lo primero que me propuse fue no odiar, y pensé que si lo conseguía, esa sería la mejor idealización del odio. De aquella actitud surgió AITOR, la piel contra la piedra.
Escribiendo el primer tratamiento de Aitor, padre de dos hijos muy distintos, me acordé enseguida de Manuel Irigibel, el abuelo de VACAS (mi primer largometraje), sobre todo por su colocación, en medio de dos familias que se profesan una vieja rivalidad, y por su distancia casi de muerte dentro de un bosque que le camufla cualquier inclinación a la venganza. En la idea de la piel contra la piedra está el golpe de la pelota en el frontón, la rabia, el estadillo del eco, la impotencia, el vacío, el sufrimiento.., y como desencadenante, la conocida venganza. Pero de tanto golpearla, la piel de Aitor puede atravesar la piedra (como la conciencia de Manuel Irigibel atravesó el ojo de una vaca) hasta conseguir que el ejército de muertos que le cabe dentro de su bosque, le canten a coro conciliación y perdón mientras caen de los árboles. Aitor resultaría un imposible si no fuera porque esa nueva corriente de buena energía está contenida en una ópera, secreta y contagiosa.
En estas estaba, escribiendo desde Madrid una vida para Aitor, cuando presencie espeluznado la campaña electoral de las elecciones vascas del 13 de mayo de 2001. Sólo me cabe desear, con toda mi alma, que aquel espectáculo pase a la Historia y se estudie como ejemplo de perfidia informativa. Asistí horrorizado al espectáculo de la calumnia, la mentira y el linchamiento contra el nacionalismo vasco, estrategia populista del Gobierno español, a la que también se apuntó el PSOE (y así ya la práctica totalidad de los medios de comunicación de Madrid), rompiendo y reduciendo las opciones políticas en el País Vasco a dos bandos, a dos frentes nacionales irreconciliables.
Desde entonces, la forma demoledora con que el nacionalismo español criminaliza al vasco está haciendo estragos en la imagen exterior de Euskadi. La mayoría de los vascos no confundimos nacionalismo con terrorismo, pero cuando uno viaja por España percibe que cada vez más cantidad de españoles así lo perciben.
Fue durante esa campaña electoral, que como vasco tuve que soportar desde la capital de España, cuando decidí hacer una película documental antes que la de ficción, a la que enseguida adjudiqué el nombre de LA PELOTA VASCA, en honor a Aitor, que desciende de ilustres pelotaris. Pensé que ambas películas, el documental y la ficción, deberían ser hermanas, ya que habían nacido para mostrar con distintos ojos (y cuerpo, y cabeza.) mi inquietud sobre el conflicto vasco. Además, podían compartir perfectamente el apellido (surgido de Aitor) la piel contra la piedra. Pensé además que sería bueno para Aitor el que yo volviera a Euskadi para ver, escuchar, cambiar ciertas ideas tópicas, comprobar en qué me convierto después de preguntar tanto, y luego rescribir su ficción salida directamente de mi estado de ánimo resultante. Aun no sé cuanto ha podido ayudar el documental a la ficción, pero de lo que sí estoy seguro es de que si no hubiera escrito antes al imposible AITOR (que no sabe odiar ni a siniestro ni a diestro), no habría sabido plantearme una actitud decente para encarar LA PELOTA VASCA. Así que lo primero que pensé fue que debía hacer el documental como si yo fuera Aitor, o mejor dicho, que lo haría él por mí. Su personalidad conciliadora, dialogante y hasta un poco inconsciente, la coloqué justo por delante de mi para guiarme y hasta protegerme de lo que sabía (y sé) que me esperaba por meterme en semejante pantano.
III. LA PELOTA VASCA
la piel contra la piedra
Todos los documentales que he visto últimamente sobre el conflicto vasco (en algunos hasta se dice que no hay conflicto) tratan de las víctimas del terrorismo. Diré enseguida, para que no haya malentendidos (o como vacuna para esa plaga de fabricadores de malentendidos), que esta situación de falta de libertad y vida en amenaza de muerte me parece el peor y más acuciante de los problemas, pero que no es el único. Después del devastador problema moral de la violencia, existe un grave y crónico trastorno de origen político que en los últimos años ha desembocado en la actual guerra (política) entre los Gobiernos español y vasco.
Quiero dejar claro también que la gravísima situación personal de las víctimas y los amenazados hace brotar en mí toda mi solidaridad, incondicional desde el punto de vista humano, pero esto no incluye necesariamente mi identificación ideológica, sobretodo cuando contemplo (con horror) cómo algunos son manipulados y utilizados políticamente; el PP ha hecho de esto su especialidad ya que es su gran filón de votos en España.
He de reconocer que mi búsqueda personal del no odio me resulta (ante mi mismo) frívola si la comparo con la situación de todas aquellas personas que tienen motivos profundos para odiar; me refiero a los que sufren en propia carne y alma la violencia relacionada con el conflicto vasco (de uno y otro lado). En general, ellos y sus fundados odios merecen todo mi respeto, a excepción de algunos casos particulares, ciertos ególatras y peligrosos misioneros del odio.
Como vasco que vivo en Madrid he echado en falta en los medios de comunicación del Estado (prácticamente en todos) otras voces sobre el problema moral y político de mi tierra, me refiero a los matices, a toda esa gama de colores que (en el fondo todos sabemos que) hay entre el blanco y el negro. Es profundamente injusto y peligrosísimo el plantear desde el poder este programa de reduccionismo político encaminado a crear adeptos a través de la confusión social, denominado "pensamiento único" y basado en que"si no estás conmigo estás contra mí" (en el plano internacional supuso aquello de "si no estás conmigo a favor de la Guerra de Irak, eres cómplice de Sadam Huseim").
Lo primero que me planteé de LA PELOTA VASCA, la piel contra la piedra, fue abarcar el mayor número posible de voces diferentes, como una polifonía humana en la que cada cual cantara a su aire. De alguna manera lo opuesto al coro, o un anticoro de voces del que se pudieran distinguir los timbres de cada una. Quería individuos hablando de su preocupación personal por un problema social como es el vasco. En un país tan dado a las entregas colectivas, lo mejor que cada cual puede aportar al grupo es su propia particularidad. Me propuse dejar opinar a todas las partes posibles del espectro vasco, para luego hacer alternar sus voces, creando la sensación de que podrían escucharse unas a otras, si quisieran, y sobre todo entenderse, también así mismas. Desde este escenario simulado de diálogo pretendía crear las mejores condiciones para despolarizar, desradicalizar, o desbloquear (aunque sólo fuera una sensación durante la contemplación de la película) a las partes del conflicto vasco.
Cuando después de siete años volví a Euskadi para rodar esta película, tuve la sensación de que no había llegado del todo, porque no quise; tuve tanto respeto por mantenerme sin odiar, por no volver al sitio del que salí, que me quedé a una temerosa distancia, como guarnecido en algún bosque de un monte muy próximo (a todo), subido en algún árbol. Es decir, en lugar de entrar del todo en lo vasco, me dediqué a sacar personas de sus lugares habituales, sus casas o despachos, para traerlas, una por una, hasta mi. Un extraño privilegio con el que yo pretendía ponérmelo fácil para escucharlas mejor. Es como si no quisiera ver el problema en el escenario real dónde ocurre, con su marca de sufrimiento, espanto.., sino sólo a las personas que aceptaban desplazarse hasta donde yo les esperaba, en esas localizaciones (de los alrededores), parajes naturales en los que parece que toda tensión entre humanos está fuera de lugar. La suma aleatoria de fondos (en bosques, campas, montes, acantilados.) que ayudan a retratar la geografía vasca más primigenia, calada de sentimientos tan antiguos como inamovibles, me vino bien para mantener el ojo de pájaro y así persuadirme de que puedo ver el odio sin odiarlo.
Con un equipo de diez personas y dos pequeñas cámaras digitales (DVCAM) rodamos el grueso de la película entre mayo y julio de 2002, a un ritmo de dos o tres entrevistados por día, hasta un total de más de cien (dos miembros del equipo me ayudaron haciendo entrevistas). Mi actitud ante todas aquellas personas fue la de aprender lo máximo posible, es decir, estaba mentalizado para entender lo que hiciera falta. Mi forma de preguntar fue la de ir siempre a favor del entrevistado, buscando en todo momento su parte de verdad, su por qué profundo, pero sin juzgar.
Reconozco haber experimentado movimientos intestinales en mi análisis sobre el problema vasco, que luego en el montaje ha sido el tesoro que más he intentado cuidar. Ojalá al espectador de esta película se le muevan las ideas como a mi, sintiendo que hacía falta, digamos, remover lo estancado. Hay mucho fango en este tema.
He de lamentar que a partir de la segunda semana de rodaje surgieran las primeras dificultades y hasta negativas a participar por parte de personas pertenecientes a las dos corrientes o sectores en donde pueden situarse los extremos del conflicto vasco. Así, por parte del PP recibimos una negativa tajante a que cualquiera de sus miembros participara en la película. Desde la productora se les estuvo insistiendo durante más de cuatro meses a través de infinidad de llamadas telefónicas (hay constancia), garantizándoles sitio y respeto a su opinión, pero fue inútil. Lamento especialmente que tres personas, para mi fundamentales, negaran su participación, como son Fernando Savater, Jon Juaristi y Cristina Cuesta (del Colectivo de Víctimas del Terrorismo). Evidentemente este ha sido el gran problema con el que me he tenido que enfrentar a la hora de montar el documental; intentar no perder el espíritu inicial de mostrar la mayor diversidad posible de ideas como base para proponer el diálogo.
Tras pasar por una fase angustiosa en la que pensaba que las ausencias iban a arruinarme la película (estoy convencido de que en algunos casos ese ha sido su objetivo: no estar para poder tachar de incompleto el resultado), decidí volcarme en el resto, en los que sí están, y valorar especialmente su decisión de estar. Me vi entonces lanzándome con ellos al aire de un barranco, a ese gran hueco que queda entre el entorno de ETA y el Gobierno de Madrid.
Cuanto más se han ido separando los dos extremos del barranco, debido a esa gente disciplinada que tensa tanto su cuerda, gente atada, el aire que hay en medio (las dos terceras partes de los vascos) se ha ido cargando de una turbulencia cada vez más asfixiante y triste, dejando un aire que no es libre, ni para un pájaro. A este aire, huérfano de padre y madre, a esta forma de volar que mueve mi película, se la llama ahora equidistancia.
A pesar de que siempre lamentaré no haber podido hacer la película que quería, ya que he hecho la que me han dejado, y que incluso ahora preferiría que hubieran estado todos, me siento en mi derecho de ser el pájaro que me de la gana para volar dentro de la sima, entre esas dos ciegas montañas, e intentar que las ausencias no sólo no desequilibren el resultado, si no que resulten expresivas y llenen de significado un proyecto que clama, precisamente, al diálogo entre todas las partes. Si no acercamos los bordes. ¿cómo vamos a curar la herida?
III. El montaje
Si durante el rodaje preferí empequeñecerme para borrar ciertos prejuicios y sentirme incluso más influenciable, cuando me puse delante de las 150 horas de material (entre lo rodado y las imágenes de archivo), sentí que necesariamente debía subirme a la delicada situación de poder absoluto que confiere el montaje, y además hacerlo sin complejos. La paradoja es que debía otorgarme el derecho a sentirme libre, pero a la vez, nunca antes me había visto a mi mismo menos dueño de lo que estaba montando y más comprometido con tantas personas e ideas, algunas próximas pero otras muy alejadas de las mías. Si hasta entonces me había podido permitir rodar la película sin juzgar, a partir del montaje eso iba a ser imposible; montar es seleccionar. Y para colmo había decidido que una película así debía montarla solo, ya que resultaba muy difícil transmitírsela o contársela a un montador (aunque sí ha habido personas que me han ayudado seleccionando material o proponiendo montajes paralelos).
Verdaderamente no he sabido cómo iba a ser la película hasta que no me he puesto a montarla. Cuando monto una película de ficción suelo tener una idea bastante cercana del resultado, ya que la he rodado en base a un guión. En el caso de esta película documental me he sentido un tanto perdido, más bien sobrepasado por la abundancia de material, de la abrumadora selección de maravillosas, variadas y necesarias intervenciones. y, como consecuencia, de la cantidad de caminos posibles, en definitiva, de las múltiples películas allí contenidas.
La primera pauta de montaje que me planteé fue intentar que entraran la mayor cantidad de opiniones distintas, así que ya desde el principio fui eligiendo y entresacando frases, según los temas, y comprimiéndolas sin temor a que "se notaran" los cortes dentro del plano, eliminando pausas, titubeos, frases subordinadas. Este "recorte visible" es una licencia que me permito ante cualquiera que vea la película, desde la delicada presunción de que van a confiar en que siempre he respetado el contexto y el sentido de la intervención. La única excusa para esta descarada acción de tijera ha sido la de ganar tiempo (y espacio) dotando además a la película de una intensidad rítmica, casi sin pausa, que tiene que ver con ese dinamismo opresivo con que se desarrollan en el frontón los partidos de pelota vasca. Así, fui intercalando a los pelotaris de las distintas disciplinas (como la cesta punta, la pelota a mano, la pala o el remonte) para marcar las ideas de rebote, o respuesta, o como signos de puntuación, creando la sensación de que el debate de las ideas se está
disputando en el vacío de un metafórico frontón en el que los pelotaris tienen la función de empujar, casi golpear las opiniones hacia delante, para que las reciba el siguiente.
De este proyecto general de documental titulado LA PELOTA VASCA, la piel contra la piedra, lo primero que monté fueron las cinco horas de la versión en DVD (que saldrá a la venta en las próximas Navidades); luego fui reduciendo esta versión, en parte gracias a ir quitando personajes, hasta dar con la serie de tres capítulos de 55 minutos que se emitirá en televisiones; y finalmente monté el proyecto más complicado, por la delicadísima síntesis que requería, que fue el largometraje de 115 minutos que, filmado a 35 mm, se estrenará en un pase especial de Zabaltegi durante el Festival de San Sebastián, antes de su distribución por las salas comerciales españolas. En este último montaje, auténtica punta de lanza de todo el proyecto (en el que también se incluyen una página Web y un libro), intervienen 70 de los 103 entrevistados.
Tanto el DVD como la serie, la película, el libro y la página Web son productos que, aún partiendo del mismo material, se diferencian sensiblemente entre sí no sólo por las posibilidades propias de sus soportes, o porque poseen cantidades distintas de contenidos (en número de entrevistados e intervenciones), sino también porque gozan de estructuras narrativas independientes, a la "medida" de su formato.
Un aspecto clave para el montaje (general de todo el proyecto) ha sido el poder contar con la música de Mikel Laboa desde el principio. Días antes de comenzar el rodaje me encontré en la Parte Vieja de Donosti con Mikel, viejo conocido de mi familia materna, y me regaló su disco Gernika zuzenean, que acababa de salir. Yo conocía ya casi todos los temas, ya que son clásicos de Mikel, pero ahora, acompañados por la Joven Orquesta de Euskadi y el Orfeón donostiarra, más los temas de Pascal Gaigne, me pareció que, prodigiosamente, todo el disco había sido compuesto para mi película. O, también podría decir, que haberlo oído tantas veces antes mientras en coche subía al monte a rodar las entrevistas, ha ido provocando en mi la comprensión del tono y la atmósfera sonora de la película, su particular vibración que, surgida desde las espesuras de lo vasco, me recordaban y me traían buenas ideas para la ópera secreta de Aitor.
Me he subido también en su música para confeccionar pequeñas piezas de montaje, destinadas a crear sensaciones que, desde un lenguaje más cinematográfico y en clave metafórica, ayuden a describir ciertas particularidades del conflicto vasco. En una película documental en la que no hay voz en off del narrador, a través de este montaje con imágenes de archivo de películas de ficción, documentales o informativos (generalmente de EITB), yo me he podido asomar para dar así (sin voz) una visión personal.
En estos momentos estoy convencido de que uno de los logros del documental, tanto en lo que toca a la forma como al fondo, es la presencia de un genio de la música vasca como es Mikel Laboa. Gracias a "su intervención" existe y vuela ese pájaro, que los que estamos entre las cuerdas tensadas queremos ser, viendo cómo se mueve el paisaje, que gime, se estremece y sufre porque le duele esa herida que tenemos todos.
Julio Medem
Donostia, a 10 de septiembre de 2003.
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Medem dice que hizo el filme provocado por «el nacionalismo ultraespañol de Aznar» (PERIODISTA DIGITAL)
Numerosas víctimas de ETA y el PP como partido político han pedido a Odón Elorza, alcalde de San Sebastián, que el documental «La pelota vasca. La piel contra la piedra», obra del director de cine Julio Medem, no sea exhibido en el Festival que comienza este domingo. El Festival es financiado también por el Ministerio de Cultura, cuya titular, Pilar del Castillo, no se ha pronunciado sobre la polméica.
La primera, la de la portavoz del PP en el Ayuntamiento de San Sebastián y consejera del Festival de Cine, María San Gil, quien envió a su presidente, el alcalde donostiarra Odón Elorza, una carta en la que le solicitó que el Consejo del Certamen decida antes de su estreno, el domingo, la idoneidad o no de la proyección del filme. San Gil manifestó su «gran preocupación ante las noticias aparecidas», y criticó la proyección de un documental «que supone una afrenta y una falta de respeto a las víctimas del terrorismo, según palabras de los propios afectados».
El director del certamen, Mikel Olaciregui, mantiene de momento los pases programados del filme.
La respuesta del propio cineasta a todo el revuelo fue escueta. En un comunicado, aseguraba: «He decidido no responder a las acusaciones hechas contra mi película hasta que ésta se estrene, el próximo domingo 21 de septiembre, en el marco del Festival de San Sebastián, donde los medios de comunicación, el público y el resto de los entrevistados podrán valorar mis auténticas intenciones: una puesta en escena comprometida con la no violencia y el diálogo político».
El cineasta concluye en la nota: «Hasta ese día mi única respuesta es la que spueda extraerse de la memoria Un pájaro vuela dentro de una garganta (que terminé de escribir el 10 de septiembre), y de la entrevista de Ricardo Aldarondo publicada en El Diario Vasco el pasado sábado (con la que me siento plenamente identificado). En estos momentos tan delicados para mi película y mi persona, quiero reivindicar con todas mis fuerzas los ojos limpios en el esfuerzo por el no odio».
En la entrevista, Medem habla de la gestación y motivos del documental. Así, explica que «el auge del nacionalismo ultraespañol de Aznar, que se ha ido haciendo insoportable en su confrontación totalitaria contra el nacionalismo vasco, hizo que, después de Lucía y el sexo , decidiera volver a intentar escribir algo mínimamente justo acerca del conflicto vasco».
Cuenta el director, sobre la campaña de las elecciones vascas de mayo de 2001: «Asistí horrorizado al espectáculo de la calumnia, la mentira y el linchamiento contra el nacionalismo vasco, estrategia populista del Gobierno español, a la que también se apuntó el PSOE (y así ya la práctica totalidad de los medios de comunicación de Madrid), rompiendo y reduciendo las opciones políticas en el País Vasco a dos bandos, a dos frentes nacionales irreconciliables». Y añade: «Desde entonces, la forma demoledora con que el nacionalismo español criminaliza al vasco está haciendo estragos en la imagen exterior de Euskadi».
PERIODISTA DIGITAL, 18 de septiembre de 2003
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Julio Medem defiende su compromiso con la no violencia y el diálogo (EL PAÍS)
El cineasta da voz a 70 personas de tendencias e ideologías diferentes en "La pelota vasca".
Julio Medem (San Sebastián, 1958) defendió ayer su compromiso con la no violencia y el diálogo tras los ataques recibidos por parte de políticos del Partido Popular y miembros del Foro Ermua contra el documental La pelota vasca, la piel contra la piedra, en el que el cineasta se ha metido de lleno en el conflicto vasco. Medem da voz a 70 entrevistados de tendencias, ideologías y profesiones diferentes. El documental se proyectará el domingo en el Festival de Cine de San Sebastián, que se inaugura hoy con el filme Suite Habana en medio del caos provocado por la huelga en el hotel María Cristina, epicentro del certamen. El PP pidió ayer que se estudie la retirada del documental, a lo que se negó su director, Mikel Olaciregui.
"Esta película... pretende ser una invitación al diálogo. Esta película... está concebida desde el respeto a cualquier opinión. Esta película... es independiente, se debe únicamente a una iniciativa personal. Esta película... se solidariza con quienes sufren la violencia relacionada con el conflicto vasco. Esta película... siempre echará de menos a quienes no han querido participar. Julio Medem". Con este texto del director empieza, con un fondo de pelotaris vascos jugando en un frontón, La pelota vasca, la piel contra la piedra, el primer documental dirigido por Medem tras cuatro filmes de ficción (Vacas, Tierra, Los amantes del Círculo Polar y Lucía y el sexo).
Con la imponente presencia de la naturaleza del País Vasco, el documental, de 115 minutos de duración, da voz a 70 entrevistados: políticos, profesores de Universidad, sociólogos, escritores, víctimas de terrorismo y periodistas, entre otros. Todos los partidos políticos aceptaron estar presentes y participar en el documental a excepción del Partido Popular, la plataforma ¡Basta Ya!, la cúpula de ETA y los presos de la organización. Medem ha producido la película solo, con los beneficios de Lucía y el sexo, sin ninguna subvención oficial, ni del Gobierno vasco ni del central, y con la ayuda de su hermano y algunos amigos, entre ellos Mireia Lluch, hija de Ernest Lluch.
Escenarios
Medem ha elegido cuatro escenarios diferentes, un monte, la costa, un frontón y algún interior, en los que los entrevistados expresan sus opiniones y sentimientos a la vez que analizan la posible solución al conflicto vasco. Tampoco falta un viaje en autobús de la compañera, y su bebé, de un preso etarra a quien va a visitar a una cárcel del sur, y otro, realizado en coche, con la viuda de un ertzaina asesinado por la banda terrorista.
Entre los entrevistados figuran, Bernardo Atxaga, Antonio Álvarez Solís, Antonio Elorza, Gregorio Peces-Barba, Iñaki Gabilondo, el lehendakari Juan José Ibarretxe, Xabier Arzalluz, Ana Urchueguía (alcaldesa socialista de Lasarte), Felipe González, Patxi López, Fermín Muguruza y Arnaldo Otegi, el portavoz de la ilegalizada Batasuna. Uno de los testimonios más sobrecogedores por su carga emocional y claridad a la hora de describir la situación del País Vasco es el realizado por Eduardo Madina, actual secretario de las Juventudes Socialistas de Euskadi y víctima de un atentado de ETA con una bomba lapa en el que perdió una pierna. "Nosotros formamos parte, yo formo parte, de esa Euskadi que recibe todo lo malo que ETA y sus alrededores generan", explica Madina.
El realizador lamentó, muy especialmente, la negativa de Fernando Savater, Jon Juaristi y Cristina Cuesta (Colectivo de Víctimas del Terrorismo) a participar en el proyecto.
En el documental no aparece voz en off de ningún narrador. Lo único que suena de fondo a las palabras de los entrevistados es la música de Mikel Laboa.
Julio Medem, que se encontraba ayer en San Sebastián, decidió no responder a las acusaciones realizadas por dos de los entrevistados que aparecen en el documental, la portavoz de la plataforma Profesores para la Libertad, Gotzone Mora, y el periodista y escritor vasco Iñaki Ezkerra, que piden la retirada de sus testimonios, y se remitió al próximo domingo cuando se estrene La pelota vasca. A la tensión y el disgusto por las críticas se han unido los nervios ante la inminente paternidad del director, que espera su tercer hijo. En un comunicado hecho público, Medem, después de defender su compromiso con la no violencia y el diálogo político, asegura que "en estos momentos tan delicados para mi película y mi persona, quiero reivindicar con todas mis fuerzas los ojos limpios en el esfuerzo por el no odio".
La pelota vasca es un documental en el que Julio Medem ha trabajado durante más de año y medio y que continuará con un proyecto más amplio, que incluye un largometraje de ficción, Aitor. La decisión de hacer un documental sobre el País Vasco la tomó el director en la etapa final de la campaña electoral de las elecciones autonómicas vascas de 2001. "Asistí horrorizado al espectáculo de la calumnia, la mentira y el linchamiento contra el nacionalismo vasco, estrategia populista del Gobierno español, a la que también se apuntó el PSOE y, también, la práctica totalidad de los medios de comunicación de Madrid, rompiendo y reduciendo las opciones políticas en el País Vasco a dos bandos, a dos frentes nacionales irreconciliables", asegura Medem.
El documental se rodó con un equipo de diez personas y dos pequeñas cámaras digitales, durante los meses de mayo y julio de 2002, a un ritmo de dos o tres entrevistados por día (en total realizó 103 entrevistas). Con las 150 horas iniciales de material (entre lo rodado y las imágenes de archivo), Medem montó cinco horas para la versión en DVD (que saldrá a la venta en navidades), redujo esta versión a una serie de tres capítulos para la televisión de 55 minutos cada día y, finalmente, realizó lo que él ha considerado lo más delicado, el documental para el cine, de 115 minutos.
Rocío García, San Sebastián
EL PAÍS, 18 de septiembre de 2003
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Medem no responderá a las críticas de miembros del Foro de Ermua hasta después del estreno de su documental (GARA)
El director vasco Julio Medem, a través de un comunicado, afirma que ha decidido no responder a las acusaciones hechas contra su película 'La pelota vasca, la piel contra la piedra' hasta que ésta se estrene, el próximo domingo, día 21, en el Festival de Donostia, donde los medios de comunicación, el público y el resto de los entrevistados podrán valorar sus auténticas intenciones: "Una puesta en escena comprometida con la no violencia y el diálogo político".
"En estos momentos tan delicados para mi película y mi persona, quiero reivindicar con todas mis fuerzas los ojos limpios en el esfuerzo por el no odio", expresa en su escueto comunicado público el cineasta Julio Medem.
Finalmente, este realizador reitera que hasta el día del estreno del documental su única respuesta ante la polémica alimentada por las denuncias de dos de las personas que aparecen en el documental, ambas mienbros del Foro de Ermua, es la que pueda extraerse de la memoria de la película, titulada 'Un pájaro vuela dentro de una garganta' y que terminó de escribir el pasado día 10.
GARA, 17 de septiembre de 2003
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Acusan a Medem de desdeñar en su película a las víctimas de ETA (EL MUNDO)
Los miembros del Foro Ermua Gotzone Mora e Iñaki Ezkerra exigen al director que retire sus intervenciones de la cinta.
Los miembros del Foro Ermua Iñaki Ezkerra y Gotzone Mora han pedido al director de cine Julio Medem que elimine las intervenciones que ambos realizaron en el documental La pelota vasca. La piel contra la piedra, por considerar que es una producción sesgada, que justifica la violencia y que «desdeña a las víctimas» de ETA. Iñaki Ezkerra incluso va más allá y sostiene que en la cinta «podría haber contenido delictivo». «No es una apología de la violencia», señala, «pero se dan coartadas al terrorismo».
Medem tiene previsto presentar su película el próximo domingo en el Festival de San Sebastián, pero los dos afectados ya le han advertido de que si no atiende a su solicitud podrían emprender acciones judiciales contra él.
Ezkerra reconoce que era consciente de la orientación que se le daba a la película, pero que quiso participar: «No tenemos por qué escondernos». «Pero me encontré», argumenta, «con algo atroz, con un canto estético a la violencia, con una mitificación de ese mundo que me molesta y me hiere; expresa una fascinación por el mundo del terrorismo que puede marcar a la gente joven.Pocas veces me he sentido tan mal y creo que hay material para que las víctimas emprendan acciones legales».
Una visión parcial
Los dos integrantes del Foro denuncian que en la película no se entrevista a las viudas o hijos de las víctimas del terrorismo, que hay entrevistados que quedaron tullidos en la Guerra Civil y que se remontan a las atrocidades que vivieron entonces, que siempre que salen las Fuerzas de Seguridad lo hacen como «torturadores» y que la ausencia de explicaciones sobre la vida que se ven obligados a llevar los amenazados contrasta con las entrevistas realizadas a presuntos miembros de ETA relatando detalladamente las torturas que sufrieron mientras permanecieron detenidos.
«La película obvia que las torturas se han dado en casos aislados», dice Ezkerra, «y que hay gente en la cárcel condenada por haberlas llevado a cabo; de modo que el mensaje que queda es el de que no hay que matar, pero hay una singularidad de lo vasco, una fatalidad de la que no nos podemos sustraer».
En la película se recogen los testimonios de Xabier Arzalluz, Juan José Ibarretxe, Arnaldo Otegi, Felipe González, Fernando Madina y Odón Elorza, entre otros. Ezkerra explicó que Medem se escuda en que los representantes del PP no quisieron colaborar, pero considera que éste no es argumento suficiente para que se presente al Estado como «enemigo del País Vasco», «la Guerra Civil como un conflicto entre España y Euskadi» y la Monarquía como «una imposición» al pueblo vasco.
Momentos de tensión
Según Gotzone Mora, hace poco más de un año, el realizador se puso en contacto con los dos componentes del Foro y les hizo sendas entrevistas para su película en las que ya hubo ciertos momentos de tensión. «Medem quería llevarme por donde yo no quería ir, viniendo a argumentar en sus preguntas que en las dos partes hay sufrimiento y diluyendo la situación real», señaló ayer Mora.«Tuve que pedirle», prosiguió, «que parase la grabación para dejarle claro que no estaba dispuesta a decir cosas que iban a ser ofensivas para la memoria de mis muertos».
La profesora puso como condición para aparecer que se le enseñase la parte de la entrevista seleccionada. «De lo siguiente que tuve noticia es de un correo electrónico remitido un año después por Koldo Zuazúa, colaborador del director en el que me invita a la presentación de la película pero me advierte que puedo encontrarme con situaciones desagradables. Fue suficiente para que quisiera verla».
Gotzone Mora e Iñaki Ezkerra pudieron ver la película el lunes; ayer decidieron que no querían aparecer en ella y aseguran que así se lo comunicaron a Koldo Zuazúa y al responsable de la distribuidora que les acompañó a supervisarla.
Ángeles Escriva, Bilbao
EL MUNDO, 17 de septiembre de 2003
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Mora y Ezkerra quieren retirarse del documental de Medem (GARA)
Los miembros del Foro de Ermua pidieron al director que les elimine del filme que se estrena en el Zinemaldia.
Los miembros del Foro de Ermua Iñaki Ezkerra y Gotzone Mora pidieron ayer al director Julio Medem que retire sus testimonios del documental sobre el conflicto vasco titulado «La pelota vasca, la piel contra la piedra», por considerar que es un filme «sesgado, ofensivo para los amenazados», que presenta a la Guardia Civil y la Policía española como torturadores, a la «gente del entorno de ETA» como víctimas y «mistifica al pueblo vasco».
Estaba anunciado que
"La pelota vasca, la piel contra la piedra", el documental que el cineasta donostiarra Julio Medem ha realizado en torno al conflicto vasco, no iba a dejar indiferente a nadie, pero la polémica ha surgido antes incluso de su estreno, el próximo domingo en el marco del Festival de Cine de Donostia. El periodista y escritor Iñaki Ezkerra y la portavoz de la plataforma Profesores para la Libertad, Gotzone Mora, solicitaron ayer a Medem que elimine sus testimonios de la cinta, cuyo contenido calificaron como «sesgado y ofensivo para los amenazados», entre otras críticas recogidas por la agencia Europa Press.
Los miembros del Foro de Ermua explicaron ayer, tras asistir a una proyección restringida de la película en un cine de Bilbo, que se sintieron «horrorizados y escandalizados» por lo que habían visto y que se reservan las acciones legales oportunas si no se respeta su petición de no aparecer en el filme.
En su primer documental, Medem ofrece una serie de testimonios sobre la realidad vasca a través de entrevistas que intentan recoger el presente, pasado y futuro de Euskal Herria. Ezkerra y Mora denunciaron «la superioridad numérica de los anti-constitucionalistas», así como la tesis del filme, en la que «la dirección opina y se tergiversa toda la historia».
Entre los entrevistados aparecen Juan José Ibarretxe, José Antonio Ardanza, Xabier Arzalluz, Carlos Garaikoetxea, Arnaldo Otegi, Javier Madrazo o Jonan Fernández. También hay entrevistas a socialistas como Felipe González y Odón Elorza. Los miembros del PP no quisieron participar, pero Ezkerra considera que Medem podía haber buscado otras personas que no fueran de ese partido.
Según Ezkerra y Mora, la película presenta al Estado español como «enemigo del País Vasco, la guerra civil española como una contienda de España contra el País Vasco», y la Constitución y la monarquía españolas como «una imposición al pueblo vasco». Asimismo, creen que realiza «una apuesta clara» por el Plan Ibarretxe, presentando «una mistificación de lo vasco como lo entienden los nacionalistas».
Añaden que «se desdeña toda la realidad de los amenazados», al tiempo que se presenta a la Guardia Civil y la Policía española como torturadores. Iñaki Ezkerra concluyó que «es escandaloso que las víctimas aparezcan como un puro trámite y se haga victimismo del lado de los verdugos», y Gotzone Mora aseguró que la película plantea «la mayor manipulación de la historia, con pretensiones estéticas».
GARA, 17 de septiembre de 2003