De ellos, 179 millones se enfrentan a las «peores formas de trabajo»: tráfico de menores, prostitución y esclavitud.
El fundador y coordinador de la
Marcha Global contra la Explotación Laboral de la Infancia, Kailash Satyarthi, anunció ayer en rueda de prensa que en mayo de 2004 tendrá lugar en Florencia el primer Congreso Mundial de Niños Trabajadores. El objetivo fundamental de este congreso será dar a los principales afectados, los niños, la posibilidad de compartir sus experiencias y tratar de encontrar soluciones para este complejo problema que afecta a más de 246 millones de menores en el mundo, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). «Vamos a contar con representantes de organizaciones internacionales y con ministros de diferentes países que, por una vez, no van a decir a los niños lo que tienen que hacer, sino que van a estar ahí para escucharlos», explicó el coordinador.
En un acto en el que también se anunció el lanzamiento en España de esta plataforma mundial, Satyarthi hizo hincapié en la importancia de la educación para participar en la sociedad. «No podemos esperar democracia cuando democracia quiere decir participación y la participación requiere educación», recalcó el fundador de Marcha Global. Por esa razón, uno de los objetivos de la organización es que se destine un 6% de los recursos para cooperación a la educación en los países más pobres y que la mitad de esta cantidad sirva para garantizar la educación básica.
Satyarthi, que lleva 23 años luchando para erradicar la explotación laboral infantil del mundo, no quiso mostrarse pesimista frente a la evolución del problema y explicó que «el esfuerzo [que ha hecho la organización] ha cambiado la situación social y vemos que hay progreso, que las cosas están cambiando, pero pedimos más compromiso por parte de la sociedad».
El objetivo fundamental del movimiento puesto en marcha por este líder cívico es la adhesión de la mayor cantidad posible de países a la Convención 182 de la OIT, referida a las llamadas «peores formas de trabajo», como el tráfico de niños, la prostitución y la esclavitud.
En un plano más personal, Satyarthi mostró durante la rueda de prensa su decepción por el hecho de que su propio país, la India, no haya ratificado aún este acuerdo a pesar de ser el Estado con más niños trabajando del planeta.
Carola Reintjes, coordinadora en España de Marcha Global y presidenta de IDEAS (Iniciativas de Economía Alternativa y Solidaria), también presente en el acto, denunció que, según un informe de la OIT, en la actualidad hay en el mundo más de 246 millones de niños explotados. «De ellos, 179 millones se enfrentan a las llamadas 'peores formas de explotación'».
La mitad de estos niños, de entre cinco y 16 años, nunca ha visto una escuela, y la mayoría de los que alguna vez han asistido a ella no ha podido ni siquiera terminar sus estudios elementales.
Según otro informe reciente de la OIT, el 65% de los menores trabajan de seis a siete horas diarias, y, por el mismo trabajo, un menor recibe la mitad del salario que cobra un adulto.
Además, Satyarthi denunció que «en muchos países asiáticos, africanos y latinoamericanos las tasas de desempleo adulto coinciden con la cantidad de menores que trabajan», lo que, según él, revela una preocupante falta de voluntad política por parte de los dirigentes de los países afectados para atacar de raíz una cuestión cuya solución, de momento, pasa inevitablemente por sus manos. «La pobreza no explica la explotación infantil. Al contrario, es la falta de educación de los niños lo que crea la pobreza», explicó.
En opinión del activista indio, vivimos en una época en que el saber y la educación son el capital fundamental, y en la que la formación e información han sustituido al dinero como fuente de oportunidades. Kailash Satyarthi concluyó su reunión con los medios denunciando que «con sólo 11.000 millones de dólares se garantizaría la educación íntegra de todos los niños del mundo y esto no es más que el presupuesto de tres días de gasto militar estadounidense, la sexta parte de lo que los ciudadanos de ese mismo país gastan cada año en tabaco, o la quinta parte de lo que los europeos dedicamos anualmente a productos cosméticos».
Marcha Global nació en 1998 como una acción alrededor del mundo para convertir la explotación laboral infantil en un tema central de las agendas sociales, políticas y mediáticas. La organización persigue sus objetivos a través de una doble vertiente. Por un lado, tratando de presionar a los gobiernos para que adopten medidas de protección a la infancia, y por otro movilizando a la sociedad para favorecer la implantación de éstas.
En 1998, la marcha de 80.000 kilómetros, dos veces el perímetro de la Tierra, convocó casi 100 países a más de siete millones de personas, en su mayoría niños, y logró que 136 estados ratificaran la citada Convención 182. Esto supuso, tanto por rapidez como por cantidad de firmantes, un hito en el ámbito de la legalidad internacional.
G. Santa Cruz / V. Moreno
EL MUNDO, 17 de julio de 2003