Un jubilado tima con un 906 a decenas de miles de aspirantes al «cásting» de Operación Triunfo (LA RAZÓN)

Los falsos seleccionadores les mantenían al teléfono sometiéndoles a «pruebas de canto». El reclamo de la preselección de aspirantes al famoso concurso televisivo «Operación Triunfo» sirvió a dos hombres, de 50 y 70 años, para crear una red de estafa telefónica que pudo estafar centenares de miles de euros a decenas de miles de jóvenes durante cerca de un año. El falso «cásting» se realizaba a través de un número 906 parecido al auténtico teléfono del programa, que es el 906 42 27 29, y en el que los operadores mantenían mediante tretas a los aspirantes durante largos minutos al aparato haciéndoles incluso supuestas «pruebas de canto» telefónicas. La Policía ha desarticulado una red de estafa telefónica a través de un número 906 que podría haber recaudado cientos de miles de euros y timado a decenas de miles de personas mediante el reclamo de un concurso televisivo. El número 906 falso se anunciaba principalmente a través de internet, donde se hacía pasar por la agencia que gestionaba la selección de concursantes para el programa de televisión «Operación Triunfo». La investigación se inició tras la denuncia presentada por la madre de uno de los aspirantes, que observó el alto coste de una llamada a una línea 906 y se puso en contacto con la productora Gestmusic Endemol que, a través de un despacho de abogados de Propiedad Intelectual, presentó una denuncia. Los agentes del Grupo de Delitos Tecnológicos de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona hicieron algunas llamadas a dicho número para comprobar la veracidad de la denuncia, y descubrieron una trama de fraude telefónico que podría haber jugado con las ilusiones de decenas de miles de jóvenes durante cerca de un año. Cuando los aspirantes se ponían en contacto con el supuesto «cásting» telefónico, que cobraba 60 céntimos de euro por minuto en horario normal y 45 en horario reducido, los telefonistas que les atendían ponían en práctica diversos métodos para prolongar lo máximo posible la conversación, e incluso les hacían creer que habían sido «preseleccionados» y les emplazaban para una nueva e interminable entrevista. Entre los trucos empleados para alargar la llamada, y conseguir así obtener más beneficios, los operadores mantenían a los aspirantes durante minutos en espera con una canción del auténtico «Operación Triunfo» o pasaban las llamadas de un operador a otro como si estuviese circulando por distintos departamentos. Si el concursante lograba llegar a la «entrevista», era sometido a una larga serie de preguntas e incluso era conminado a cantar a través del auricular del teléfono para probar sus «dotes artísticas». Una vez localizada la central que gestionaba las llamadas, los agentes trasladaron el caso a sus colegas de la Comisaría General de la Policía Judicial de Madrid, donde estaba radicada una empresa, con sede en la calle de Guzmán el Bueno, a cuyo nombre figuraba la titularidad del la línea telefónica de sobretarificación 906. Cuando los funcionarios realizaron el registro se encontraron con una sorpresa mayúscula, pues uno de los responsables del «negocio» era un jubilado de 70 años, Eugenio C.L.M. Otro hombre, José Antonio T.Z, de 50 años, también fue detenido por su relación con el caso. Cientos de miles de euros El monto del fraude podría elevarse a varios centenares de miles de euros, aunque la Policía informó de que no se conocerá la cifra aproximada hasta que los perjudicados, muchos de los cuales aún desconocen la naturaleza ilícita del «cásting», presenten sus denuncias. Para facilitar el fraude, los detenidos habían logrado un número de teléfono similar al verdadero (906 42 27 29). Para hacerse una idea del alcance del timo, el auténtico teléfono de preselección recibió más de 6.000 llamadas en su primer día de funcionamiento, aunque fuentes del programa explicaron que la mayor parte de las solicitudes se reciben a través de mensajes de móviles, y que a partir de ahí los seleccionados sólo deben enviar un vídeo con una prueba. M. Carbonell, Madrid. LA RAZÓN, 20 de junio de 2003