En cuanto acabe el curso, miles de niños, adolescentes y jóvenes vascos ultimarán los preparativos de sus viajes a lejanos lugares donde mejorar o perfeccionar un idioma. La evolución de estas estancias, cuyo éxito está en combinar aprendizaje, turismo y ocio, ha llevado a que la oferta disponible sea casi a la carta. Una estancia en una residencia o con una familia ronda los 2.000-3.000 euros. Menos típicos, cursos en casa del profesor o los intensivos deportivos.
«Este verano me voy fuera, a aprender inglés». Esta afirmación, en la que el inglés puede ser sustituido por cualquier otro idioma, y que está en este momento en boca de miles de jóvenes vascos (y de cada vez más adultos), ya no aporta mucha información en sí misma.
Para entender bien el plan de nuestro interlocutor estudiante de idiomas, deberíamos formularle una pregunta, que puede no tener fin: «¿Cómo lo vas a hacer? ¿De au pair, en casa de una familia nativa, en una residencia de estudiantes, en casa del profesor (haciendo un curso intensivo "one to one"), en un campamento, vas a participar en un curso de idiomas con deportes, te vas de intercambio, harás un curso familiar...?».
Las alternativas para el aprendizaje de idiomas a lo largo y ancho del mundo han crecido como champiñones. Puestos a aunar estudios y turismo, el destino a elegir depende de las preferencias del viajero. Opciones habituales desde hace años son Inglaterra, Irlanda, Estados Unidos, Alemania... Como otras posibilidades con cada vez mayor auge se presentan Australia, Malta o Sudáfrica, entre otros muchos lugares.
También a la hora de elegir alojamiento y condiciones de estudio manda el bolsillo. Cuando éste está vacío, es buena idea pensar en buscar un trabajo remunerado en el país al que se viaje. Hay quien se compra un billete de avión y alcanza el destino elegido sin un plan atado de antemano desde casa, con idea de buscar trabajo in situ.
En el caso de los un poco menos valientes que quieran tener la seguridad previa de ingresos económicos durante esa estancia, es común ponerse en contacto con una agencia y ofrecerse para trabajar en familias como au pair. En muchos casos, ésta es aún una opción reservada para chicas de 18-26 años.
En cualquier caso, solicitan también mucha mano de obra los sectores de la hostelería, la restauración y las granjas, sobre todo en Gran Bretaña e Irlanda, y también en EEUU y Canadá, y subrayan que buscan gente «con muy buena disposición para el trabajo». Las estancias en granjas, que suelen ser inglesas y dedicadas a la recolección de frutas y otros productos, suponen tres euros de remuneración por hora. La jornada laboral suele iniciarse entre las 6.00 y las 7.30 y finaliza entre las 16.00 y las 18.00.
Estancias en el extranjero más propias de niños y estudiantes jóvenes suelen ser las que ofrecen alojamiento en una familia nativa o residencia, además de clases en una escuela. Esta modalidad de inmersión en el idioma elegido es muy habitual y se realiza a partir de edades cada vez más tempranas; existen cursos incluso a partir de los 6-8 años.
Un viaje desde Donostia o Bilbo con destino a Malta para jóvenes de entre 13 y 18 años, con alojamiento durante cuatro semanas en hotel-residencia y curso de 15 horas semanales, viene a costar en torno a los 2.290 euros. El mismo tiempo en Australia, en programas dirigidos a jóvenes de entre 14 y 19 años, con alojamiento en casa de una familia, clases y actividades complementarias, exige un desembolo económico de en torno a los 3.000 euros. Y la opción de Dublín, también en familias, ronda los 2.100 euros. El mismo precio de un campamento en Suiza (durmiendo en cabaña o tienda).
Quienes pueden permitírselo, tienen la opción de plantearse viajar, entre otros muchísimos destinos, a Cape Town, en Sudáfrica, y regalarse una estancia de aprendizaje de inglés de entre dos semanas (unos 775 euros) y ocho semanas (2.455 euros), en ambos casos sin billete de avión incluido en el precio.
Otras ofertas para personas adultas son las prácticas profesionales para licenciados (que pueden venir a costar entre 450 y 1.100 euros) y los cursos de idiomas para profesionales de diversas áreas (arte, contabilidad, medicina, turismo...). Palabras mayores son los masters en inglés en el extranjero, que exigen un nivel medio-alto de conocimiento de la lengua y que pueden suponer 25.000 euros de inversión por seis meses de estudios.
Y como imaginación no les falta a las empresas que explotan los cursos de idiomas en verano, para los padres e hijos que quieran pasar juntos las vacaciones, en Gran Bretaña y EEUU se organizan cursos familiares de inglés (600 euros cada miembro por dos semanas, y a partir de 1.500 euros por apartamento).
A partir de los 12 años, se brinda también la opción del "One to one": un curso en casa del profesor, para quienes tienen poco tiempo y mucha necesidad de mejorar un idioma. Para los amantes del deporte están los cursos en que la práctica del baloncesto, vela, bicicleta de montaña... tiene tanta importancia como el aprendizaje del idioma.
Otras curiosidades, los cursos de inglés y yoga en Irlanda, o danza e inglés en Nueva York.
Para reclamar, mejor pedir las condiciones por escrito
A la hora de contratar una estancia fuera para aprender un idioma, es necesario tener muy en cuenta una serie de recomendaciones. Entre ellas, la de pedir por escrito las condiciones del viaje y del programa de estudios, para poder realizar la correspondiente reclamación en caso necesario.
En cursos para menores de edad, debe existir al menos un monitor o acompañante durante la duración total del programa. En los cursos para niños se recomienda, además, que la primera salida no exceda de las cuatro semanas. En cualquier caso, se aconseja que todos los cursos de idiomas sean de al menos dos semanas, para que sea posible sacarles provecho, una vez superado el inevitable proceso de adaptación de los primeros días.
Conviene saber cuál es la cobertura que ofrecen los seguros de viaje incluidos en el contrato y comunicar a la empresa organizadora del viaje los problemas médicos que pueda tener el estudiante.
GARA, 15 de junio de 2003