[...] A las cuatro de la tarde del sábado, poco después de que los restos mortales de los policías asesinados fueran honrados en Pamplona,
Patxi Urmeneta salió por fin de su casa. Estaba demacrado. No había dormido. En 36 horas sólo fue capaz de comer medio plato de borrajas:
"Una de las mujeres heridas es la madre de mi cuñado y yo conozco mucho a la familia de Carlos Gallo, el empleado de Telefónica. ¿Cómo no voy a estar hecho polvo? Pues claro que sí, pero mucho menos que los hombres que han muerto".
No quería hablar más y se sentó a escribir unas palabras para poner en orden sus sentimientos. A las ocho de la tarde, un día y ocho horas después del atentado,
Patxi Urmeneta dijo:
"La violencia, el dolor y la muerte están siendo, lamentablemente, los protagonistas de la realidad de nuestro pueblo. Dolor que, antes que nada, hay que compartir con las familias de los muertos y heridos en este atentado. Conmoción y tristeza que se ha generado en toda la ciudadanía. La responsabilidad de este atentado corresponde a sus autores, corresponde a ETA. ETA no tiene que ser ajena al agudizamiento del conflicto que ha situado la crispación social en niveles muy negativos para la sociedad vasca en general y de Sangüesa en particular. Este concejal ni ampara ni justifica ni defiende acción de violencia alguna. Actos de esta naturaleza no contribuyen al desarrollo de nada. Mi posición en torno a la violencia, venga de donde venga, se sitúa en lo que expresó el Pleno de Lizarra-Garazi
"ningún proyecto político tiene legitimidad para imponerse con violencia a los demás" y que
"la sociedad vasca exige poder construir su futuro sin violencia, en paz y libertad".
(...) Y, sin obviar la violencia que contra los abertzales de izquierda se ejerce diariamente, léase negación de derechos, aislamientos, detenciones sumarias, torturas ..., afirmándome en mis postulados ideológicos y partiendo de mi defensa de
"todos los derechos, tanto individuales como colectivos, para todos", es momento que, tanto desde mi posición personal como de concejal de este Ayuntamiento, me una al sentir de las gentes de Sangüesa que, a fin de cuentas, son las que me votaron, y denuncie esta violación de derechos humanos y rechace públicamente actos de violencia como los sufridos ayer en nuestro pueblo, apelando a todos los abertzales a unos planteamientos de unidad, trabajo y lucha por la libre determinación en unas condiciones de no violencia".
EL PAÍS, 1 de junio de 2003