Cambio de líder. Ahora es
la Real, con sus eróticos 69 puntos. Esto empieza a ser una tómbola en el que el podio se alterna y en el que el laurel parece que quema como el Ferrari de Schumacher. Va todo encaminado, ojalá, a un final de campeonato tenso, con el título en juego hasta el último suspiro. Sería precioso, el mejor final posible a una Liga que ha demostrado que es la más ofensiva del mundo, en la que el fútbol vertical triunfa sobre el especulativo (Italia), el caótico (Inglaterra) o el insípido (Alemania).
A la Real Sociedad le bastó una mordida de Nihat para quitarse de encima al correcto Recreativo, que no quiere bajar ni loco y es un honesto grupo de jugadores que casi empata.
El Real Madrid, que podía caer en la depresión post-Champions, evidenció que con goles (su dependencia, su felicidad, su fin) se rehabilita cualquiera. Goleada sin contemplaciones y que se olvide cuanto antes lo de Turín. A por la Liga es su grito de guerra.
Sólo falló el Depor, precisamente contra el equipo de corte más táctico de la Liga, el vigente campeón, el Valencia. Se estrelló ante el otras veces tan efectivo muro che para demostrar que el respeto al líder se ha perdido en nuestro torneo. Al revés, es como una losa. Y los rivales se entregan sin concesiones para derribar al primero.
La próxima jornada tampoco parece un camino de rosas para el triunvirato dominador. El Madrid viaja a Mestalla (mal asunto), el Depor hasta Vigo (otro mal asunto) y la Real, a Málaga (mejor asunto). Pueden fallar todos (no obstante son visitantes) o escaparse la Real. Es la grandeza de una Liga por decidir y donde las fuerzas ya están justas.
Iván Castelló
Diario AS, 18 de mayo de 2003