Tanto la vía judicial civil como la vía administrativa e incluso la penal son válidas para encauzar la reclamación.
Ya nadie pone en duda que el exceso de ruido es un problema. Las quejas generadas por las actividades de ocio, nocturno y diurno, por obras, por la proximidad de carreteras aeropuertos o fábricas ruidosas son continuas por parte de los vecinos que ven como su intimidad y hogar se ven invadidos por un sinfín de molestos sonidos a alto volumen que perturban su calidad de vida.
La UE estima que el ruido ambiental como efecto de las actividades humanas se ha duplicado los últimos años en todos los países miembros. Sólo en España, se calcula que al menos 9 millones de personas soportan niveles medios de 65 decibelios, el máximo admitido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), hasta el punto que hoy los expertos consideran la contaminación acústica como una de las más molestas y de las que mayor incidencia tienen sobre el bienestar humano.
Las legislaciones europeas establecen que 65 decibelios diurnos y 55 decibelios durante la noche son los límites aceptables para el ruido. Médicamente, la capacidad auditiva empieza a deteriorarse a partir de los 75 decibelios, y si se superan los 85 decibelios de forma habitual se puede originar lo que se denomina sordera sensorineural progresiva (falta de excitación en las neuronas). Sobrepasados los 125 decibelios aparece el dolor, llegando al umbral del mismo a los 140 decibelios.
En cuanto a los decibelios permitidos en una vivienda, varían de un municipio a otro y dependen del tipo de actividad de que se trate. Es más, algunos consistorios afinan mucho los máximos permitidos y los clasifican incluso por zonas de la casa. Así, el límite de decibelios es distinto para ruidos percibidos en una habitación o en el salón.
Por ello, antes de iniciar cualquier trámite para solicitar el cese de ruidos, conviene informarse sobre qué estipulan las ordenanzas municipales; es decir, qué se considera una actividad molesta y cuáles son los límites admisibles (de decibelios y de los horarios en que se emiten) en cada caso.
Sobra volumen en la música y falta seguridad
Discotecas, bares, discopubs y salas de fiestas se convierten cada fin de semana en refugio de miles de jóvenes que buscan compartir unas horas de entretenimiento con amigos, tomar unas copas o bailar al ritmo de la música de moda.
Estos locales musicales, al igual que la televisión, los viajes programados o la comida rápida, son un signo de nuestra época y un reflejo de las tendencias que nos definen como consumidores de tiempo de ocio.
La revista CONSUMER ha inspeccionado, durante noches de viernes y sábado de noviembre y diciembre del pasado año, una treintena de las más conocidas y concurridas discotecas y disco pubs de Barcelona, Valencia, Castellón, Alicante, Murcia, Bilbao, San Sebastián, Vitoria, Pamplona, Logroño, Santander y Burgos. Además de abordar las molestias que generan estos locales en quienes residen en sus inmediaciones y los problemas de seguridad de que podrían adolecer, el estudio ha determinado el volumen de la música que sonaba en ellas. Esto último, porque la música puede convertirse en contaminación acústica y repercutir de manera negativa en la salud de quienes, quizá inconscientes del riesgo, la escuchan.
Una exposición prolongada a elevados niveles de ruido puede provocar lesiones degenerativas en el órgano auditivo e incluso la pérdida de la audición, además de propiciar irritabilidad, neurosis depresivas y stress.
La primera conclusión del informe es que en casi el 90% de los establecimientos visitados la música estaba demasiado alta, ya que la intensidad sonora media en el local (media aritmética del volumen en la barra, en la pista de baile y en los reservados o zonas más tranquilas) rebasaba los 90 dB (A), límite en el que la OMS fija el umbral de peligro. La institución sanitaria mundial advierte que rebasados los 90 dB (A), los riesgos para la salud son relevantes, aunque dependan del tiempo de exposición y de la persona que se somete a este impacto sonoro.
Del estudio de CONSUMER ha surgido otra constatación no menos preocupante: el 75% de las discotecas analizadas adolecen de carencias en materia de seguridad (puertas de salida y emergencia que se abren hacia dentro o sin alumbrado de señalización, escasez o ausencia de extintores a la vista o al alcance del cliente, dificultades para una evacuación ...) que podrían acrecentar el peligro ante una situación de emergencia.
Se abusa del volumen en la música
Volviendo al riesgo que para la salud entraña someterse durante varias horas a un excesivo volumen sonoro, en el 34% de los locales se anotaron valores medios superiores a 96 dB (A), calificables como directamente peligrosos, lo que configura una realidad que obliga a una reflexión de las autoridades sanitarias y de los propios usuarios de estos lugares.
La situación difiere mucho según se trate de una u otra ciudad. De entre las analizadas, las discotecas que más abusan del volumen de su música (calificadas como “muy mal” por superar de media los 96 dB) eran las cuatro de Logroño, tres de las cuatro de San Sebastián, tres de las cinco de Bilbao, dos de las cuatro de Murcia, dos de las cinco de Barcelona, y una de las cuatro de Castellón, Vitoria y Santander. Las discotecas más respetuosas con los oídos de sus usuarios fueron las de Burgos, Vitoria y Pamplona.
No hay una normativa nacional que regule la contaminación ambiental por ruidos en el interior de discotecas o similares; sólo existe el Real Decreto 1316/1989 de 27 de octubre, sobre protección de los trabajadores frente a los riesgos de la exposición al ruido durante la actividad laboral, que establece los 90 dB (A) como máximo recomendable. Algunas directivas europeas regulan los ruidos, pero ninguna fija el máximo de decibelios al que las discotecas pueden elevar el volumen. Las ordenanzas municipales establecen los niveles sonoros admisibles en el exterior de estos locales, con el fin de evitar molestias a los vecinos; pero tampoco limitan el volumen que sufren-disfrutan los usuarios de las discotecas. Sólo 6 de las 50 discotecas (dos en Vitoria y Pamplona, una en Santander y otra en Burgos) no superaron los 90 dB(A) de media en el interior del local.
CONSUMER también ha testado la opinión de 242 personas que viven junto a discotecas y similares en Vitoria, Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Logroño, Burgos y Santander, Barcelona, Valencia, Alicante, Murcia y Castellón. La encuesta confirma que la vida de los vecinos se ve profundamente alterada, especialmente los fines de semana. El 85% de los encuestados dice sufrir molestias motivadas por la discoteca. Las quejas más comunes se refieren al volumen de la música, la suciedad en las calles, los gritos de la gente y los frenazos y aceleraciones bruscas de los coches de los clientes. La mitad de los vecinos asegura que desde su hogar se oye la música de la discoteca. Y, lo que es peor, uno de cada tres afirma que el ruido le impide conciliar el sueño nocturno. O, yendo aún más lejos, uno de cada diez asegura que alguien de su familia ha padecido insomnio por culpa de la discoteca. Uno de cada cuatro ha realizado alguna reclamación o denuncia por este motivo, ya sea ante la policía, el ayuntamiento o en ambas instancias (el 12%).
Pero esta iniciativa no es muy efectiva: nueve de cada diez personas que han reclamado no han quedado satisfechas con la respuesta recibida a sus quejas.
El ruido en las diversas zonas
En el 90% de las discotecas, la intensidad media sonora que indicaron los sonómetros era excesiva. Si analizamos cada una de las tres zonas en las que se realizaron mediciones por separado (barra, pista de baile y zona más tranquila o reservados), el panorama se dibuja desalentador.
Como es lógico, el volumen más alto corresponde a las pistas de baile: sólo en “Oh”, de Santander, y “Varadero”, de Burgos, no se superaban los 90 dB en la pista. En el 82% de ellas, los sonómetros dieron mediciones por encima de los 96 dB(A). En “Yo Qué Sé”, de Logroño, se alcanzaron los 118 dB(A) y en otros tres de la misma ciudad (“Palenke”, “Área 7” y “Aural”) y una de la capital murciana (“Viva Murcia”) se llegaba a 116 dB(A) en las pistas de baile.
En la zona del mostrador, el ruido era algo menor, con doce discotecas, de las 50 analizadas, por debajo de 90 dB(A), pero con quince locales que rebasaban los 96 dB(A), es decir, con un nítido exceso de volumen musical en un espacio más pensado para la conversación y el disfrute de la música que para el baile. Hay clientes de estos locales que prefieren los rincones más tranquilos. La mayoría de las discotecas ofrecen estas zonas donde conversar no obliga a gritar.
Sin embargo, estas zonas no son tan acogedoras: sólo en el 45% no se superaban los 90 dB(A) en estos “espacios protegidos”. Los establecimientos visitados en Burgos fueron los más compasivos: en los cuatro había una zona que no alcanzaba los 90 dB(A). No existían estos espacios tranquilos en “Discóbolo”, de San Sebastián, y en “El Cairo”, de Santander.
Ficha técnica
Se midió el nivel sonoro de la música en 50 discotecas, disco-pubs y similares de Vitoria, Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Logroño, Burgos, Santander, Barcelona, Valencia, Alicante, Murcia y Castellón. Y se comprobó el cumplimiento de la norma de seguridad recogida en el Reglamento General de Policía de Espectáculos Públicos y Actividades Recreativas (1982)
Entre el 27 de noviembre y 18 de diciembre, técnicos provistos de un sonómetro que mide la intensidad del sonido visitaron entre cuatro y cinco de las discotecas o disco pubs de moda en cada ciudad, siempre en viernes o sábado y entre la una y las seis de la madrugada. En cada local se midió el nivel sonoro en la pista de baile, en la barra y en la zona más tranquila. .El técnico permaneció en cada una de las zonas durante 20 minutos y realizó 10 mediciones en cada zona. El valor final de cada zona del local es la media de esas 10 mediciones.
Para analizar la seguridad, se inspeccionaron el sentido de apertura de las puertas, la existencia de parte transparente, el alumbrado de señalización de las puertas, la existencia de extintores y/o mangueras a la vista del cliente, los inconvenientes espejos en los lugares de salida, los pilotos de señalización en las escaleras y los peligros evidentes cara a un desalojo.
También se comprobó el cumplimiento del horario de cierre de cada local. En ausencia de carteles indicadores sobre el horario, se preguntó al respecto a algún empleado del local.
Además, se realizaron 242 entrevistas personales en sus hogares a mayores de edad vecinos de discotecas y similares, en Vitoria, Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Logroño, Burgos, Santander, Barcelona, Valencia, Alicante, Murcia y Castellón.
Locales visitados
En Vitoria: Mana, Dreams, Aural y Circulo.
En Bilbao: Flash, Consorcio, Café Antzokia, Congreso y Distrito 9.
En San Sebastián: Bataplan, Cabusia, Rotonda y Discóbolo.
En Pamplona: Zona Límite, Sector, Reverendos y Más y Más.
En Santander: Pachá, El Cairo, Amarras (del Hotel Santemar) y Oh.
En Burgos: Trastos, Kache, Varadero y Bésame Mucho.
En Logroño: Palenke, Área 7, Aural, y Yo Qué Sé.
En Barcelona: Get Back, Costa Breve, Music Box, Sol y Up & Down.
En Castellón: Ibiza, El Desván, Jardines y KKO.
En Valencia: Kypros, Woody y 69 Monos, Jardines.
En Alicante: Bugatti, Zoo, Pachá (discoteca) y Pachá Rambla (disco bar)
En Murcia: De Nai Clu, Centro, Colors y Viva Murcia.
CONSUMER, abril de 2003