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Así es el búnker en el que se esconde Sadam (LA RAZÓN)

El dictador iraquí se oculta junto a su familia en un refugio subterráneo a más de cien metros bajo el río Tigris. El escondite, conocido como «XB-1», tiene múltiples túneles para escapar y puede resistir una bomba atómica. «Rendición o suicidio». Éstas podrían ser las dos únicas salidas para el dictador iraquí, Sadam Husein, si ha decidido permanecer en Bagdad y todavía continúa vivo, algo de lo que no están muy convencidos los servicios de espionaje occidentales. Para resistir hasta el final, el sátrapa mesopotámico habría elegido su búnker más sofisticado y secreto, que fue construido antes de la Primera Guerra del Golfo (1991) por el gigante alemán de la construcción Walter Bau AG y que se encuentra ubicado a más de cien metros de la superficie del Tigris, dentro del complejo presidencial del Palacio Nuevo de Bagdad. Este «superbúnker» puede convertirse en su particular Numancia. Y también puede ser su tumba. Si Sadam no ha huido de Bagdad y decide resistir hasta el final, lo hará dentro del «superbúnker», escondido por una red de túneles y pasadizos secretos que conectan los palacios presidenciales. Las últimas horas de Sadam y la caída de Bagdad guardan cierto paralelismo con el Berlín de abril de 1945 y el trágico final de Hitler en su «Führerbunker», hace justo 58 años. Se da también la casualidad de que Anna Esser, la abuela del ingeniero consultor de la constructora alemana Walter Bau, colaboró también en el diseño del búnker del Führer en la capital del III Reich. Por este motivo, los servicios de Inteligencia alemanes llaman al refugio de Sadam el «Deutscher bunker» (búnker germano). La CIA lo bautizó en la Guerra del Golfo como «XB-1». Un «superbúnker» construido siguiendo las exigentes normas y estándares de la OTAN en plena Guerra Fría, y dotado con la máxima protección NBQ (Nuclear, Biológico y Químico) que existía en aquellos momentos. El refugio empezó a construirse en 1982 y se terminó en febrero de 1984, con los mismos criterios que se aplicaban en la seguridad de los miembros de la Alianza Atlántica. En esos años, Sadam era el mejor aliado de Occidente para frenar la amenaza del integrismo chií iraní del ayatolá Jomeini de Irán y su revolución islámica. Tecnología alemana Para conocer mejor la historia de la que puede ser última guarida del sátrapa hay que remontarse a 1981. Ese año, la central nuclear de Osirak en Iraq, construida con la ayuda tecnológica de la Francia de Jacques Chirac, fue bombardeaba por Israel por temor a que el plutonio enriquecido fuese utilizado para construir armas atómicas. Ese mismo día, Sadam comprendió que el siguiente objetivo sería él. Por eso contrató a Walter Bau AG, la mejor empresa del mundo en la construcción de búnkeres a prueba de bombas atómicas. En 1984, el «superbúnker» fue terminado por la sociedad muniquense Büswau & Knauer, subcontratada por la empresa Vereinigte Werktäten, perteneciente al holding Bau AG. El refugio costó cerca de 70 millones de dólares de hace veinte años. El diseño recayó en el arquitecto austriaco Lorenzo Buffalo, que eligió como ingeniero jefe a Wolfgang Wendler. Pero quien realmente llevó a cabo el proyecto fue el ingeniero consultor Karl Esser, que entonces tenía 25 años y al que debemos las únicas fotos que existen del interior del búnker, calificado por él como un minipalacio indestructible cien metros bajo el Tigris. «No creo que Estados Unidos disponga de las armas suficientes para volar el búnker de Sadam, a menos que lance directamente una bomba nuclear. Sólo puede ser tomado por tropas terrestres», asegura Esser, quien también confesó que los últimos retoques los dieron arquitectos e ingenieros iraquíes, asesorados por expertos serbios. Esser se quedó con una copia de los planos originales, sin las modificaciones posteriores, que terminaron después de la Guerra del Golfo en un despacho del cuartel general de la CIA en Langley (Virginia). La palabra búnker siempre suena a derrota en época de guerra o toma de una ciudad por tropas terrestres, y en el caso de Sadam recuerda al trágico destino de Hitler. Los servicios de espionaje occidentales creen que una vez que empezaron los violentos ataques aéreos definidos por el Pentágono como «conmoción y pavor», Sadam pudo acudir al «Deutscher bunker» con su familia, incluidos sus hijos Uday y Qusay. Sadam posee sólo en Bagdad 32 palacios, de los que una docena tienen instalados refugios antiaéreos, pero sólo dos ubicados en el complejo del Nuevo Palacio Presidencial y el Palacio Al Sijoud están capacitados para aguantar toda clase de misiles y bombas antibúnkeres. Tal y como adelantó LA RAZÓN el pasado 31 de marzo, el «XB-1», es el más sofisticado de todos los refugios, y el que finalmente podría haber elegido Sadam para intentar salir ileso de los devastadores ataques aliados que comenzaron el 20 de marzo. Sadam habría construido desde los años 80 hasta una treintena de búnkeres y refugios subterráneos para su propio Ejército y la Guardia Republicana, algunos de ellos con capacidad para esconder supuestamente hasta 50.000 hombres y carros de combate. La mayoría de estos refugios han sido construidos por empresas serbias, pero también existen algunos realizados por constructoras inglesas y alemanas. Los dos «superbúnkeres», conocidos como «XB-1» y «XB-2», se encuentran en dos de los complejos presidenciales donde Sadam tiene sus dos residencias oficiales, el primero cerca del Nuevo Palacio Presidencial, y el segundo en el Palacio Al Sijoud. El «XB-1» está capacitado para aguantar terremotos de grado 8 en la escala Richter y hasta un ataque nuclear de similar capacidad a la bomba de Hiroshima, soportando temperaturas de 300 grados centígrados. De esta forma, las tropas aliadas sólo podrán saber si Sadam se esconde allí entrando por una de sus puertas estratégicas, aunque para ello deberán destruir varios nidos de ametralladoras que lo protegen. Salidas secretas El motivo es que el búnker tiene varias salidas secretas. Al parecer, Sadam ordenó la construcción de conexiones subterráneas con los demás búnkeres, ubicados en el Palacio Republicano, el Palacio de Al Azimiya y el llamado Palacio de Invitados, e incluso con el Aeropuerto Internacional Sadam y el aeropuerto militar de Al Rashid, base de helicópteros de los inspectores de la ONU. Por este motivo, los aliados tenían como primer objetivo controlar, a toda costa, el Aeropuerto Internacional Sadam, antes de que empezase el asalto final de Bagdad. Sadam quería que el «superbúnker» estuviese conectado con el aeropuerto internacional porque años antes una empresa constructora francesa había realizado un túnel de unos 20 kilómetros entre el aeropuerto y un helipuerto secreto ubicado en el desierto. El coste total del «superbúnker» y la red de túneles y pasadizos secretos podría superar los 150 millones de euros. Como un maestro del escapismo, Sadam agujereó todo el Complejo Presidencial de Bagdad con túneles modernos y pasadizos secretos con trampas para las tropas terrestres. El gran enemigo del «XB-1» puede ser la bomba inteligente termobárica BLU-118, de 900 kilos, que está siendo utilizada contra todos los refugios que pueden esconder a Sadam. La BLU-118 es una versión de la antigua BLU-109, y está diseñada para atacar refugios reforzados y sobre todo edificios subterráneos bunquerizados. Se monta en la carcasa de una bomba GBU-24, guiada por láser, y una vez que traspasa el blindaje del refugio libera una nube de líquido tóxico altamente inflamable que penetra en la zona habitable del escondite. Posteriormente, arde y crea una onda de choque supersónica, acabando con cualquier tipo de vida e instrumental electrónico. Es capaz de destruir también depósitos de armas y sustancias químicas y bacteriológicas. Su efectividad ha sido probada hasta 50 metros de profundidad y sobre búnkeres en tierra, no bajo el agua. Pedro Arnuero, Madrid LA RAZÓN, 6 de abril de 2003
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