Pocholo (ABC)

La gravedad de los acontecimientos en curso, mucha, contribuye a que la contemplación de programas como «Hotel Glamour» adquiera especial significado. Algo que, en situación de normalidad, resultaría sencillamente zafio, de mal gusto, pasa a ser, por la presión del ambiente, el santo y seña de un modo irresponsable de entender la TV sin límites éticos, reservas estéticas y exigencia profesional. ¿Que se trata de un éxito grande? Peor aún. Hay ocasiones, y esta es una de ellas, en que el éxito deja de ser justificador para convertirse en agravante. Es muy posible que el descuartizamiento de un paisano, en vivo y en directo, constituyera un foco de atracción de, todavía, mayor intensidad. ¿Incluimos la tortura en las parrillas? Todo se andará si una epidemia de sentido común no viene a impedirlo. No me extrañaría nada que, como está ocurriendo con la guerra de Iraq, llegue a germinar un movimiento ciudadano en exigencia de la erradicación de semejantes fórmulas de telebasura. Un tal Pocholo es la encarnación máxima del esperpento al que propende el género. Ignoro si debe verse como una reliquia del pasado o como un espécimen anticipador de lo que nos espera. En virtud del vigente ordenamiento, nadie incurre en responsabilidad por la producción y emisión de semejante provocación a la inteligencia, pero los daños ya son tangibles. M. Martín Ferrand ABC, 31 de marzo de 2003