Tortura y verdad (José Ignacio Calleja)

Hace unos días fue cerrado, por orden judicial, el periódico Egunkaria. De lo que se ha podido conocer, hasta el momento, sólo puedo concluir que esa medida cautelar me parece totalmente desproporcionada. Un periódico no se cierra, sino como ultimo y bien argumentado recurso, y no creo que éste sea el caso. Hay una cuestión más grave todavía. Resuena por todas partes la denuncia de que ha habido torturas y malos tratos contra los detenidos de Egunkaria. Bien sabemos que estas palabras se prestan a una fácil manipulación, porque en ellas nos jugamos el tener la razón moral y política de nuestra parte, o el perderla para siempre. Como ciudadano, pido palabras y pruebas; los denunciantes tienen mi más sincera disposición para conocer los hechos, sean los que sean, y caiga quien caiga. Más aún, sé de antemano que la prueba no es fácil y que me he de conformar con indicios racionales. Lo sé. Los gobernantes tienen, también, mi sincera disposición para escuchar sus pruebas, el relato fiel de sus actos, con los indicios racionales de su comportamiento democrático. No estoy en medio, estoy por la verdad, la diga Platón o su porquero. Exijo conocerla y no me conformaré con apelaciones vagas a la bondad original de Euskal Herria, o de la Democracia Española, o de cualquier otro símbolo de la retórica política. Las torturas, si las hay y donde las haya, son terror político de la peor calaña. Quienes decimos que ETA es terror, tenemos una necesidad, y un derecho más radical si cabe, para exigir la erradicación de la tortura y, en su caso, el castigo de los culpables. José Ignacio Calleja Decano de la Facultad de Teología de Vitoria-Gasteiz