Las adolescentes de San Sebastián beben tanto alcohol como los chicos los fines de semana.

Tres de cada cuatro escolares de más de 14 años beben alcohol y la mitad ha ido de botellón. El 47% de los estudiantes de entre 12 y 18 años ha probado el cannabis y el 8,8%, la cocaína. «Todos pusimos dinero, poco más o menos 5 euros cada uno. Compramos ginebra, vodka, vino cerveza, etcétera. Y fuimos a casa de un amigo sin padres y cenamos allí. Teniendo allí los litros. Teniendo un porro cada uno. Con un bocata. Casi todos estábamos borrachos. A la una bajamos a la calle. Y, bueno, pedazo de noche. Genial. Estuvimos ligando con chicas y todos los bares de Donosti eran nuestros. ¡¡¡Menudo fiestón!!». Así describe un adolescente de 16 años una de sus experiencias con el botellón. Javier Elzo, director de la investigación Drogas y Escuela VI, cuyo primer trabajo de campo data de 1981, destacó ayer que tras dos décadas el consumo de alcohol ha experimentado una evolución con claroscuros, porque mientras más del 90% de los adolescentes donostiarras no bebe los días laborales, durante el fin de semana «soplan» ocho de cada diez jóvenes. Botellón, intimidad grupal «El dato más relevante de toda la investigación -subraya Elzo-, es que por vez primera la proporción de chicos abstemios es superior a la de chicas abstemias (40,7% frente a 37,3%) y la proporción de chicos que beben abusivamente es idéntica a la de chicas (13,2% y 13,1% respectivamente)». De hecho, las chicas confiesan haber tenido más borracheras que los chicos. Esta equiparación en el consumo es extensible al resto de drogas, con la particularidad de que «no se produce por un fenómeno de equilibraje, de acercamiento de pautas de consumo, sino que son las chicas las que los alcanzan y ambos, chicos y chicas, aumentan sus consumos igualándose al alza». Los adolescentes donostiarras practican el botellón -«hacer litros», «ir de litros», «pillar unos litros»- con una periodicidad variable, aunque cuatro de cada diez ingieren bebidas con un contenido alcohólico equivalente a más de una botella de vino. Elzo indicó que los escolares practican el botellón, en primer lugar, porque es un modo de beber barato y saltándose la norma legal, pero sobre todo porque «buscan el espacio propio y particular de su grupo de amigos. No se trata de un fenómeno masificado o una gran concentración de jóvenes en un lugar determinado. No buscan esconderse en la gran masa juvenil, sino en la intimidad grupal, y para eso los rincones urbanos son el lugar ideal». Igeldo, Urgull, Berio, Illunbe, Young Play son algunos de esos puntos de encuentro, si bien «los problemas no se resuelven echando a los jóvenes fuera de la ciudad. Esa no es la solución». El director de la investigación agregó que el botellón «facilita el contacto verbal con los amigos, algo que no ocurre en los actuales locales comerciales», donde cuando consumen lo que buscan es «el contacto no verbal, el intento de establecer una relación sentimental, aunque sea fugaz. Es un modo de adquirir el puntito necesario para poder desinhibirse y liberarse de normativas sociales». Repunte del tabaco La tendencia descendente en el consumo de tabaco que se registró a mediados de la pasada década se ha trastocado y ahora está disminuyendo el número de escolares que no fuman. No obstante, los resultados de la encuesta muestran que el aumento de fumadores se centra entre los que consumen más de una cajetilla al día. En el tramo de edad de 14-15 años son más las chicas que consumen cigarrillos, -entre media y una cajetilla diaria-, y se igualan con los chicos cuando se trata de una cantidad superior. Ellos las superan cuando llegan a los 16-18 años, pero vuelven a ser ellas las que consumen más cigarrillos a partir de los 19 años. Todo estos datos «no sólo nos alejan de lo que la Organización Mundial de la Salud recomendaba como meta para el año 2000, es decir, bajar a unos niveles de consumo del 20%, (de los que el 10% fueran bajos consumidores), sino que parecen indicarnos que ni siquiera nos movemos hacia ese objetivo», apuntó Elzo. Porros, uno de cada dos Además del alcohol, la droga más popular entre los adolescentes es el haschís. Casi la mitad de los escolares de más de 12 años la ha probado, tal vez, porque, «el cannabis ya no es percibido como una droga por los escolares». El consumo de canutos ya no genera alarma. «Es una droga legal de hecho, ya que no de derecho. Si además resulta que el porrete está in y el cigarrillo está out, encima hay quienes dicen que tiene efectos terapéuticos y puedes encontrar en el quiosco revistas sobre el cannabis, ve luego a decirle a un chaval que no fume porros». En último término, el permanente debate social y científico sobre la posible despenalización del cannabis ha elevado el nivel de tolerancia social hacia el consumo de esta droga. Algunos estudios cifran en 40 millones de personas las que han fumado canutos en la Unión Europea. Anfetaminas y «perica» María Teresa Laespada, autora del capítulo sobre drogas ilegales, sostiene que «puede decirse sin ningún titubeo que en la actualidad los jóvenes consumen más drogas y disponen de un mayor elenco de sustancias». En el País Vasco las anfetaminas (speed y otros) y la cocaína (perica) tienen un peso significativo en los hábitos de consumo y de forma creciente las drogas de diseño (éxtasis). Uno de cada diez escolares asegura haber probado las anfetaminas; el 8,6% la cocaína; el 6,8% el éxtasis, y el 5,4% sustancias alucinógenas como el LSD. Estos porcentajes reflejan un aumento notable de consumo entre los escolares donostiarras, que es extrapolable a la situación en otras ciudades, salvo en el caso de las anfetaminas, que tienen una acendrada «tradición» en el País vasco. La cocaína, antaño consumida en determinados sectores de la población adulta, atrae a un número cada vez mayor de escolares, de modo, que si en 1981 la había probado el 1,5% de los adolescentes, ahora la proporción se aproxima a uno de cada diez. Nuevas sustancias La socióloga María Teresa Laespada observa además que «cada poco tiempo» llegan al mercado sustancias nuevas, como las drogas de diseño, o ya conocidas pero que no habían sido comercializadas para uso psicoactivo, como la ketamina. Respecto a la heroína, advierte que, aun no habiendo datos que acrediten un aumento de su consumo, «diversas fuentes coinciden en situar un nuevo consumo de heroína, por vía fumada, asociado al uso festivo de los estimulantes y como mecanismo de control de la euforia ficticia producida por los estimulantes». Laespada sostiene que los adolescentes experimentan «con todas aquellas sustancias que producen efectos estimulantes, muy unidos a la nueva concepción de la fiesta y diversión de los jóvenes de hoy». Por ende, estas sustancias «entroncan muy bien con algunos de los valores que la sociedad actual sostiene y que los jóvenes abanderan. El presentismo y el hedonismo configuran dos de los valores vigentes en la sociedad actual, y las drogas facilitan el camino hacia los mismos». EL DIARIO VASCO, 26 de febrero de 2003. DATOS: Encuesta: El trabajo de campo se llevó a cabo entre el 4 y el 22 de marzo de 2002 con 2.329 estudiantes de entre 12 y 18 años en su inmensa mayoría. Los escolares, integrados en 107 aulas de 15 de los 47 centros docentes de ESO, Bachiller y ciclos formativos de Grado Medio, respondieron la encuesta por autorrellenado. Autores: La investigación Drogas y Escuela VI ha sido realizada por un equipo dirigido por Javier Elzo e integrado por Nieves García, María Teresa Laespada y Maritxu Zulueta. Contenido: Estudio acerca de los niveles de consumo de drogas legales e ilegales entre escolares de San Sebastián. La misma investigación se realizó en 1981, 1985, 1987, 1991 y 1996.