RESPONSABLE de la formación del voluntariado internacional de Jóvenes del Tercer Mundo, Isaac Díez está comprometido «en clave salesiana» con el desarrollo de los países menos favorecidos. Un desarrollo basado en la educación de la infancia, de la juventud y de las mujeres, los colectivos más vulnerables también en los países del Tercer Mundo.
«La cooperación al desarrollo no es una cuestión estrictamente de cantidad, de erradicar la pobreza, sino de trabajar, luchar por una mejor distribución de la riqueza entre los pueblos, los continentes, que redunden en el beneficio de las personas», explica Isaac Díez, que ha impartido recientemente una conferencia en la Asociación Roda.
Los salesianos siempre se han caracterizado por posibilitar la formación de las personas menos privilegiadas. ¿Jóvenes del Tercer Mundo también?
Sí. Nuestros proyectos tanto en África (Benin, Burkina Faso, Costa de Marfil, Angola), Latinoamérica (Bolivia...) como en Asia están todos dirigidos a la educación. Nuestra experiencia de alfabetización con los niños y niñas de la calle y con las mujeres; la formación profesional con los adolescentes nos demuestra que es la vía fundamental en el desarrollo de las personas y, por lo tanto, de los pueblos. La educación amplía las capacidades de opción de las personas y promueve el desarrollo socioeconómico del entorno en el que viven.
Lula repite constantemente que un mundo mejor es posible.
El mundo es lo que es. Tenemos que ser realistas al tiempo que criticar las situaciones injustas y luchar por un mundo más justo. Creo que en la cooperación al desarrollo para ser efectivos hay que tener horizontes largos y pasos cortos; lo importante no son los discursos demagógicos ni los paternalismos baratos; hay que tener respuesta ante las situaciones que se nos presentan; a las demandas que nos hacen las contrapartes de los países en los que trabajamos los salesianos.
La presencia salesiana en África es de las más importantes.
Sí. Tenemos más de 2.000 salesianos trabajando en todo el continente africano; haciendo que el tejido social crezca. En África, el sida es una plaga que mata a millones de personas al año, pero sus gentes también padecen en sus carnes la gran lacra de la corrupción de sus políticos que mata tanto como la epidemia del VIH.
Hábleme del voluntariado de Jóvenes del Tercer Mundo.
Nuestros voluntarios y voluntarias son agentes de desarrollo y educación; ellos no organizan experiencias sino que responden a los problemas y a las demandas del lugar. Los voluntarios, que suelen estar durante un año en los distintos países donde tenemos presencia, son personas con una amplia experiencia profesionalidad en las áreas en las que trabajan. Y llevan a cabo los proyectos en clave de gratuidad y solidaridad; sus vivencias en la mayoría de los casos para bien les suelen marcar a lo largo de su vida. Al voluntariado se les ofrece una experiencia humana y religiosa.
Muchas ONGDs se han convertido en un fin por sí mismas.
Sí. Nosotros tenemos muy claro que somos un medio y no un fin. Cuando nos convirtamos en fin no pintaremos nada; es cierto que muchas organizaciones se mantienen para ellas mismas. Sin embargo no perdurarán porque las agencias de financiación cada vez controlan , como es su deber, más los proyectos que se realizan.
Jóvenes del Tercer Mundo pertenece a una red internacional de ONGs y está presente también en 14 Comunidades autónomas del Estado español.
Sí. La red la integran las ONGs salesianas repartidas por el mundo. La finalidad es la misma: alfabetizar a los niños de la calle; a las mujeres y ofrecer FP. El futuro de las ONGs pasa por estar en redes, ya que las ayudas europeas así lo exigen. Además es una forma de coordinar los proyectos para su mejor eficacia.
Nekane Lauzirika Bilbao
DEIA, 9 de febrero de 2003
Isaac Díez de la Iglesia, que durante seis años fue Provincial de la Inspectoría Salesiana «San Francisco Javier» de Bilbao, es el actual Presidente de la ONGD Fundación Jóvenes del Tercer Mundo. Este salesiano, con amplia experiencia educativa, basa el desarrollo no sólo en conceptos económicos, sino en el crecimiento humano de las personas.