Hoy hace quince años moría lanceado en la amazonia ecuatoriana el misionero del pueblo guipuzcoano de Beizama Alejandro Labaka, cuando trataba de mediar entre los indios Tagairi y las petroleras.
Miguel Angel Cabodevilla convivió estrechamente con Alejandro Labaka. Hoy, quince años después, este misionero iruindarra intenta continuar con la labor que emprendió Labaka en favor de los pueblos indígenas. Cabodevilla afirma que Ecuador es un país donde Estado y petroleras campan con absoluta impunidad, por lo que su labor social y política cobra tintes épicos.
Medicus Mundi ha sido el promotor del homenaje que Beizama ofrece estos días a su hijo Alejandro Labaka, el misionero que murió lanceado el 21 de julio de 1987, en su defensa de los pueblos indígenas ante la aniquilación de las multinacionales del petróleo en la Amazonía ecuatoriana.
Conferencias y exposiciones han centrado las principales actividades de este decimoquinto aniversario, entre las que destaca la muestra "Yana Curi" oro negro en quichua, lengua indígena de la Amazonía ecuatoriana, aunque para ellos no ha sido, precisamente, símbolo de bienestar y de riqueza, sino fuente de muerte y de destrucción, como la exposición de Beizama se encarga de mostrar.
"Yana Curi" es, en realidad, un trabajo de campo realizado por el médico donostiarra Miguel San Sebastián, quien lleva once años en Ecuador. Miguel San Sebastián, en colaboración con Medicus Mundi, llevó a cabo en 1998 una investigación científica sobre el impacto que tiene la explotación petrolera en el medio ambiente y en la salud de las poblaciones que viven cerca de los pozos petroleros. «Los resultados fueron los esperados o, quizás, todavía más alarmantes», explica Alberto Cereijo, responsable de comunicación de Medicus Mundi. «Las mujeres presentan un riesgo de aborto espontáneo un 250% superior al de las mujeres que viven en comunidades no contaminadas. Además, el riesgo de padecer cáncer es un 230% superior que en la capital, Quito. Y el riesgo de morir si se es varón es un 360% superior», señala.
Ese trabajo cogió diferentes formas: por un lado, se publicó el informe Yana Curi, denunciando las graves condiciones que sufren las poblaciones cercanas a los pozos y estaciones de crudo.
Y, por otro, con ese mismo nombre, comenzó a rodar una impactante exposición fotográfica que ya ha recorrido parte de Euskal Herria y del Estado español. Hoy y hasta el 23 de agosto, la muestra se puede ver en Aterpe, la casa de cultura de Beizama.
De esta forma, además de dar a conocer la realidad ecuatoriana, también se busca sensibilizar y lograr fondos para desarrollar proyectos en la Amazonía ecuatoriana, la gran olvidada, según Miguel Angel Cabodevilla.
Historia de una muerte.
«Sigo creyendo que Alejandro seguiría vivo si los petroleros hubieran cumplido su palabra», afirma Miguel Angel Cabodevilla. El primer grupo Huaorani contactado data de 1958. Desde entonces, Labaka había conseguido llegar y registrar todos los clanes Huaorani, unas 2.500 personas. Todos menos los Tagairi, un clan separado de unos 30 indios. Habitantes de las profundidades de la selva, los Tagairi no se relacionan con nadie y matan sistemáticamente a quien se acerca a su territorio. Y cuando la compañía petrolera entró en su territorio, empezaron a matar obreros. Labaka, preocupado «los muertos siempre eran pobre gente, nunca ingenieros», decía intentó parar el petróleo. Pero como no lo conseguía, probó a intermediar con los Tagairi, porque temía que los exterminaran. Previo acuerdo con las petroleras de que un helicóptero iría a buscarlos, él y una monja, Inés, entraron en territorio Tagairi. Y contactaron con ellos. Pero el helicóptero nunca volvió a por ellos y los Tagairi, desconfiados, los lancearon.
GARA, 21 de julio de 2002.