Luanda/Barcelona, 11 de junio de 2002 – Miles de angoleños han muerto y cientos de miles se enfrentan a la amenaza de morir de hambre, víctimas de una catastrófica crisis nutricional provocada por la mano del hombre, a menos que el gobierno de Angola y las Naciones Unidas incrementen drásticamente sus esfuerzos para afrontar las necesidades de la población civil, ha alertado Médicos Sin Fronteras (MSF) en una rueda de prensa celebrada hoy en Luanda, la capital de Angola. Desde el acuerdo de alto el fuego del pasado 4 de abril, MSF ha conseguido acceder a grupos de población que habían quedado aislados de la asistencia humanitaria durante más de tres años. La organización ha encontrado unos niveles de malnutrición severa y de mortalidad que sobrepasan con creces el umbral de emergencia (1) y que confirman la existencia de bolsas de hambruna. La repuesta a las desesperadas necesidades humanitarias de medio millón de angoleños, según datos de MSF, por parte del gobierno de Angola y las Naciones Unidas, en particular del Programa de Alimentación Mundial (PAM) y la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), está siendo inaceptablemente lenta.
“Llegamos diariamente a nuevas zonas del país donde encontramos unas espantosas tasas de malnutrición y de mortalidad,” explica Teresa Sancristóbal, Coordinadora General de MSF en Angola. “Desde abril hemos estado informando al gobierno angoleño y a las Naciones Unidas, así como a otras organizaciones humanitarias, pero la respuesta ha sido vergonzosamente lenta y escandalosamente insuficiente. Las agencias de la ONU no han demostrado ser conscientes de la urgencia de la crisis actual y todavía no han puesto en marcha distribuciones de alimentos en muchos lugares donde trabajamos,” continúa Sancristobal “Las autoridades angoleñas han demostrado tener muy poca consideración ante las proporciones catastróficas de la crisis y continúan con su política de criminal abandono de su propio pueblo. Me horroriza ser testigo de una total indiferencia ante una situación tan desesperada. El mundo está permitiendo conscientemente la muerte por hambre de miles de angoleños.”
Los equipos de MSF asisten actualmente a unas 14.000 personas en 44 centros nutricionales para personas con malnutrición severa y moderada en 10 de las 18 provincias del país. Una encuesta rápida realizada por los equipos de la organización la semana pasada en Galangue 2, una zona de acuartelamiento para soldados de la UNITA desmovilizados y sus familias (con una población de 5.347 personas), reveló unas tasas de malnutrición severa del 28% y de malnutrición global del 52%, con muchos casos de edema. En sólo una semana, MSF trató a 350 niños y adultos afectados de malnutrición severa en el centro de nutrición terapéutica de Bailundo, abierto recientemente. En Chipindo, los líderes tradicionales han informado que desde septiembre de 2001, casi 4.000 personas han muerto de hambre, entre una población de 18.000. Una encuesta rápida realizada a un grupo de 197 madres de niños ingresados en el centro de nutrición terapéutico de MSF en Malange reveló que 116 de los niños han muerto desde principios de año. Muchas de las zonas inaccesibles durante la guerra aún han de ser evaluadas, por lo que se desconocen las condiciones de la población en estas áreas.
El gobierno de Angola no sólo ha jugado un papel importante en la aparición de esta emergencia nutricional, sino que además ha demostrado no tener prisa por dar una respuesta a la crisis. Las tácticas utilizadas tanto por la UNITA como por el gobierno de Angola durante el conflicto, tales como desplazamientos forzados de población, violencia indiscriminada, y el incendio de aldeas y tierras de labranza, han dejado a cientos de miles de angoleños en una precaria situación. Aisladas de toda asistencia humanitaria durante años, estas poblaciones tienen ahora que arreglárselas como puedan después de haberse quedado desprovistos de todo, sin cosechas, sin casa y sin ningún medio de subsistencia. Mientras que en algunas zonas de acuartelamiento para soldados de la UNITA desmovilizados y sus familias se está procediendo a la distribución de alimentos, tal como queda estipulado en el acuerdo de alto el fuego, la respuesta del gobierno es prácticamente nula para los civiles en las antiguas zonas de guerra. La lentitud en los trámites de aduanas y en la tramitación de visados en Angola obstaculizan seriamente el trabajo de las agencias humanitarias que están intentando asistir a estas poblaciones.
La ayuda de las Naciones Unidas a Angola no es proporcional a las necesidades de la crisis. La OCHA, a pesar de haber declarado que Angola sufre actualmente una de las peores catástrofes humanitarias en África, ha permitido que las disputas políticas sobre el proceso de desmovilización se antepongan a las desesperadas necesidades de la población angoleña.
El PAM ha actuado con asombrosa lentitud a la hora de aumentar sus operaciones en la zona, y todavía no ha puesto en marcha un programa a gran escala de distribución de alimentos, que llegue a las poblaciones en zonas de reciente acceso o a las zonas de acuartelamiento para soldados de la UNITA desmovilizados y sus familias. El PAM incluso ha reducido drásticamente las raciones alimenticias a los desplazados a quienes asistían antes del acuerdo del 4 de abril, dejando a 335.000 personas sin la ayuda que necesitan. La distribución general de alimentos del PAM apenas se ha iniciado en las zonas de acuartelamiento, a pesar de haberse identificado la emergencia nutricional hace más de un mes; es insuficiente en grandes partes de Bie, Moxico, Huambo y otras provincias, y está siendo reducida en Malange, Huila, y otras partes.
“Tras 27 años de guerra, la población angoleña debería estar luchando por su futuro y no contra el hambre y la muerte. A principios de esta semana, he examinado y ayudado a cargar en camiones a los niños en peores condiciones para llevarles a nuestros centros nutricionales en Bailundo. Es imposible ser testigo de esta situación y no darse cuenta de la urgencia de la crisis que está asolando Angola. Un brote epidémico de sarampión o sigela podría acabar con un gran número de personas ya debilitadas a causa de la malnutrición,” añade Morten Rostrup, doctor en medicina y presidente del Consejo Internacional de MSF, quien visitó Caala, Bunjei, y Bailundo esta semana pasada. “Viendo las necesidades resulta asombroso que la distribución de alimentos en las zonas de reciente acceso todavía sea errática y en muchas de ellas incluso inexistente. Si las autoridades angoleñas, las agencias de las Naciones Unidas y en especial el PAM, así como las comunidad diplomática y los países financiadores no aúnan sus esfuerzos de inmediato e incrementan los programas de asistencia, cientos de miles de personas corren el peligro de morir de hambre o enfermedad. En el pasado hemos fallado a la población angoleña, no debemos fallarles de nuevo, sobre todo ahora cuando la paz nos ofrece la posibilidad de asistirles”.
MSF trabaja en Angola desde 1983. La organización cuenta actualmente con más de 160 expatriados y 2.000 trabajadores locales que asisten a las poblaciones de 11 de las 18 provincias del país. La intervención humanitaria de MSF en Angola es la mayor operación de ayuda que la organización está llevando a cabo en todo el mundo.
Para más información y entrevistas con personal en el terreno y en la sede, contactar con Isabel Leal o Amanda Sans en los teléfonos 93 304 6215 ó 660 333 820.
Nota:
1. En una situación de emergencia, la tasa general de mortalidad es el indicador más útil para medir la gravedad de la situación y poder seguir su evolución. El cálculo de la tasa de mortalidad por grupos de 10.000 personas / día permite comparar cada situación con los valores de referencia. En un país en vías de desarrollo la tasa general de mortalidad es de 25 muertes/por 1.000 personas/año, es decir. 0,68/ 10.000/ día; en situaciones de emergencia se puede sobrepasar el valor de 1/ 10.000/ día. En algunas zonas de Angola, MSF ha registrado índices de mortalidad de 4,5/10.000/día en adultos y de 6,1/10.000/día en niños menores de 5 años.