Heroína: Vivir a lomos de un «caballo» perdedor.

Es la droga más mortífera. La heroína entró en España en los años setenta, inundó las calles de las ciudades y ahora, veinte años después, está en retroceso. Pero es la droga que más daño causa. "Vives sólo para conseguir la droga", señalan quienes la consumen. Poblado de las Barranquillas, en Madrid. Barrio de las Tres Mil Viviendas, en Sevilla. Miles de heroinómanos acuden cada día a las barriadas más marginales para comprar la heroína que les permite vivir. "Para empezar, no te puedes levantar sin tu primera dosis -, explica Eskarne, una heroinómana en proceso de desintoxicación-. Tienes que tomar tu primera dosis del día para poner el pie en el suelo y durante el día lo único que piensas es que no te falte dinero para tu dosis". Salvador es heroinómano. Necesita un mínimo de 30 euros al día, cinco mil pesetas en heroína, sólo para poder andar. Le encontramos cuando va a a comprar la primera dosis del día. Tiene 33 años, la edad media de los heroinómanos españoles. "Le heroína es una droga pasada de moda -, explica Salvador.- Es una droga de los años sesenta, la gente que se engancha ahora es porque son ya mayores como yo, la gente joven no se engancha". A mediados de los noventa la heroína alcanzó su apogeo y desde entonces ha ido en retroceso. Tan sólo un 0.04 por ciento de la población adulta la consume de forma habitual. El año pasado se incautaron 472 kilos de heroina y opio, frente a 31.000 kilos de cocaína. Pese a todo, es la droga que más problemas sociales causa. El año pasado 200 yonquis murieron de sobredosis o de adulteraciones. Está en el origen de buena parte de la pequeña delincuencia y es la causa del 65 por ciento de los casos de sida. El heroinómano, el yonqui, es un drogadicto mal visto. "Un yonqui es una persona solitaria, no tiene amigos, sólo tiene enemigos, mi problema es que siempre tengo miedo", explica Salvador. "Habría que buscar otra forma de acercarno a ellos, captarlos para la sociedad a la que legítimamente pertenecen y no recluirles en guetos como este, de las Barranquillas, dándoles aquí todo lo que necesiten, pero para que no salgan de aquí, para que no nos molesten en el otro lado de la ciudad", opina Ángeles Rodríguez, responsable del área de "Cuarto Mundo" de la ONG Médicos del Mundo. Eskarne tiene 38 años. Jorge, 42. Han consumido heroína durante más de 15 años. Han enterrado a muchos amigos y ahora han dado un paso que desean definitivo: están en un programa de desintoxicación de la ONG "Proyecto Hombre" (Tf. 91 357 01 04). "Cuando entré tenía la autoestima por los suelos, estaba avergonzado, tenía muy poca fe en mí - explica Jorge, un heroinómano en rehabilitación-. Ahora tengo esperanza, mi autoestima ha subido, todo lo que dejé a medias o dejé de hacer, ahora veo que es posible". Dejar la heroína es duro. No hay recetas mágicas, como no los hay con ninguna droga. Pero al yonqui, además, hay que enseñarle a vivir de nuevo. Porque la mayoría lo ha perdido todo en el camino: amigos, familia, trabajo, estudios... El yonqui es el más marginado entre los marginados. Marino Holgado. A3n.tv