Se comienza a chatear por curiosidad, aburrimiento, porque es rápido, económico y, principalmente, por soledad.
En líneas generales podemos decir que los chateadores son personas solitarias, con problemas de autoestima, tímidas o con algún tipo de dificultad para entablar relaciones sociales
tradicionales, ansiosas y que necesitan una recompensa inmediata. Suelen usar otro nombre para el chat y sienten que es más fácil comunicarse o hablar de ciertos temas chateando que no con las personas cercanas. Podría tratarse de una crisis de las relaciones
cara a cara o una nueva forma de comunicar la intimidad.
Pasan mucho tiempo en sus ordenadores, ven poca televisión, quizás porque consideran que en el chat se ganan relaciones sociales y que se está interactuando constantemente con otras personas, no como ante la televisión.
Es importante notar también que hay una percepción diferente a la hora de verse a sí mismos y cuando deben hacer un juicio sobre la conducta de los demás. Por ejemplo, algunos consideran que los
demás son banales y chatean por fugarse de la realidad, pero no consideran lo mismo a la hora de responder sobre ellos.
Historias virtuales
Los chat son cada vez más frecuentes, chat temáticos de todo tipo. Las personas se conocen virtualmente y algunas veces nacen historias. Historias virtuales, pero con características parecidas a aquellas de una historia
verdadera sin corporeidad: espera ansiosa del momento en el cual se chateará, confidencias y charlas sobre los argumentos más íntimos y banales también. No sólo de profundidades vive el hombre.
El secreto de la conversación es hacer que el otro se sienta tan cómodo de poder abrirse y así inventar o no su ser ideal, diciendo todas las mentiras y verdades que necesita decir. Sin censura, sin moralismos. Se trata de personas reales que necesitan que alguien las escuche, les pregunte, les crea. En fin se trata de sentirse a sí mismos al menos a través de la mediación de una máquina. Puede llegar a ser un buen inicio o una buena continuación en la búsqueda de uno mismo.
El riesgo de no saber si desde la otra parte están diciendo la verdad o no, justo porque en la red como en cualquier juego de roles se muestra sólo una parte de sí. Puede llegar el momento en que se cambian las direcciones de correo electrónico y nacen grandes historias verdaderas de amistad, de amores y desilusiones.
Religiosos solitarios
Un sondeo del mes pasado preguntando por qué los religiosos usan el chat arrojaba el siguiente resultado:
- 35% por soledad y fuga
- 30% por apostolado
- 27% por diversión
- 8% por necesidad de reconocimiento.
Si bien no podemos decir que refleje fielmente a todos los religiosos, es una muestra que coincide en general con las motivaciones del por qué cada vez más se usa el chat. No deja de ser interesante que también los religiosos reconozcan sentirse solos y con necesidad de fuga. No es mi propósito analizar aquí la situación de los religiosos, pero creo que es un elemento muy iluminador a la hora de discernir nuestras opciones.
Lo que sí quiero hacer notar es que las motivaciones de los religiosos son cercanas y/o iguales a la experiencia humana: soledad, fuga y diversión. Podría ser una buena herramienta para la evangelización: asumir nuestras debilidades humanas para comprender la de los demás. Compasión es
pasión con, no sólo
por o
de. En este punto estamos ante una gran posibilidad –como herramienta- para el apostolado, elemento elegido en segundo lugar en el sondeo referido. Digamos que si en la actualidad un gran número de jóvenes pasa varias horas en Internet chateando, parece obvio que allí también tenemos que estar nosotros ofreciendo todo lo que tenemos, aprendiendo a usar esta nueva forma que nos ofrece grandes posibilidades.
Los mismos interrogantes que la Iglesia se planteaba ante la aparición de los grandes medios de comunicación –Radio, TV- valen hoy para esta gran y nueva herramienta.
Internet, ordenador, chat, cyberespace, net, paginas web... En fin, nos invade un nuevo escenario que pretendemos entender y aprehender. Un espacio que por ser virtual no nos impide interactuar y quién sabe, quizás hasta formar una comunidad virtual en la que la presencia física será diferente, pero en la cual no podemos dejar de ver la presencia del Espíritu.
Ahora mismo en todo el mundo hay cientos de chat con miles de personas que necesitan decir algo y ser escuchados. Pueden encontrarse con propuestas de todo tipo, pero también pueden encontrarse a religiosos/as que comuniquen lo que han visto y oído.
Ahora mismo en algún lugar, determinada persona necesita que alguno de nosotros sea capaz de decir con el lenguaje pertinente:
sabes, yo también me siento solo pero tengo esperanza porque... hemos visto al Señor...
Seguramente es otra forma de hacer posible el sueño del Maestro:
que sean uno... para que el mundo crea.
Julio Boffano, S.I.
N.B. Julio Boffano es jesuita, licenciado en comunicación, doctorando en Ciencias Sociales, está haciendo su tesis sobre el uso del chat en Internet en la Universidad Gregoriana de Roma.